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Card. Alfonso L贸pez Trujillo
Presidente del Consejo pontificio para la familia
Hace ya tres d茅cadas que el Santo Padre Pablo VI hizo p煤blica esta enc铆clica que, con sobrada raz贸n, es hoy cada vez mas reconocida como prof茅tica. As铆 lo hizo el S铆nodo de la familia (1980); as铆 lo testimonian episcopados, movimientos apost贸licos y estudiosos en diferentes partes del mundo.
驴Por qu茅 este calificativo de 芦prof茅tica禄 a una enc铆clica que sufri贸 los embates de la contestaci贸n, en algunos casos incluso provenientes de quienes ten铆an la misi贸n, como maestros, de ser defensores del magisterio que ejercit贸 con innegable valent铆a (con 芦parres铆a禄, dir铆amos, para usar el t茅rmino griego)? La opini贸n p煤blica, en el momento de la recepci贸n de la enc铆clica, no fue propiamente iluminada, en no pocos casos, con una reflexi贸n seria, sino manipulada. Una serie de aspectos epis贸dicos crearon inicialmente un manto de brumas que, en buena parte, se van despejando cuando se lee la enc铆clica con la debida atenci贸n y cuando se ahonda en los fen贸menos que una mala concepci贸n, o incluso su rechazo frontal, ha desencadenado. En efecto, en muchos lugares del mundo se escucha esta queja: si hubi茅ramos escuchado a tiempo al Sucesor de Pedro, 隆cu谩ntos males habr铆amos evitado!
El concepto de 芦prof茅tica禄, atribuido a la Humanae vitae, cuyo solo t铆tulo ya nos introduce en una clara dimensi贸n antropol贸gica, obedece a varios aspectos que quisi茅ramos recordar, y que se entrelazan como erguida defensa de la verdad que tiene su 煤ltimo fundamento en Dios; una verdad que no es 芦pol铆tica禄, es decir, sometida a c谩lculos, transacciones, silencios o f谩ciles 芦consensos禄, ni es tampoco una especie de verdad sucesiva, ligada a cambiantes circunstancias, sino que es una realidad y una exigencia permanente, que tiene su fuente en el absoluto de Dios y no abdica del serio y comprometido ejercicio de la raz贸n. La Humanae vitae ofrece la verdad, vinculada al ser, a la naturaleza del hombre y de la mujer en su entrega de amor, en esa donaci贸n total que forma una sola carne, seg煤n el designio original de Dios.
Estamos, pues, bordeando una primera caracter铆stica del t茅rmino 芦prof茅tico禄, que en momento alguno puede renunciar a la voluntad de Dios. Para el creyente, para los esposos que forman esa comunidad de vida y de amor, indagar en lo que Dios quiere no es algo facultativo o de menor importancia. La primera actitud de Pablo VI fue 茅sta: buscar, sobre toda clase de presiones o amenazas, cu谩l era la voluntad de Dios. Lo hizo a costa de m煤ltiples sufrimientos e incomprensiones, como un servicio doloroso que no ocult贸. M谩s a煤n, a ello hizo expl铆cita alusi贸n en las primeras intervenciones en las que se refiri贸 a este hist贸rico documento. 隆Que f谩cil hubiera sido, en una mera hip贸tesis, haber cedido ante lo que muchos daban como un hecho 鈥攍a aceptaci贸n de la p铆ldora como l铆cita鈥攓ue, desde luego, hubiera abierto las puertas a la licitud de la contracepci贸n! No ignoraba el Papa la mole de los ataques. Ve铆a que ven铆an oleadas furiosas y agitaciones, hasta en la grey encomendada a sus cuidados de Pastor universal, y, sin embargo, como en un nuevo Getseman铆, contaba sobre toda consideraci贸n la voluntad de Dios sobre la de los hombres. Una actitud tan firme y tan decidida; una decisi贸n tan maduramente meditada, culmin贸 en una serena firmeza, de la cual se tienen suficientes e incontrovertibles testimonios. La voluntad de Dios es el tejido fundamental del Magisterio. Y tal verdad, en su integral concepci贸n antropol贸gica, fue traducida en la coherencia y unidad de los significados unitivo y procreativo de la uni贸n conyugal (cf. Humanae vitae, 11 y 12). Son significados inseparables. El intento de escindirlos introduce un desorden que provoca efectos graves; uno de ellos: altera el sentido mismo de la donaci贸n total, en un amor plenamente humano y responsable. Mantener esa arm贸nica unidad es una protecci贸n del mismo amor, del acto conyugal, en un lenguaje consecuente que no se torna en vaciamiento o (aunque sea un an谩lisis que parece severo) en traici贸n objetiva a la exigencia misma de una donaci贸n total.
Otro aspecto del profetismo de la enc铆clica se refiere al fen贸meno producido por la separaci贸n de significados que un estudioso denomina 芦el sexo fragmentado禄, y que ha provocado 芦la revoluci贸n sexual禄, con las consecuencias que hoy se deploran. La l贸gica concatenaci贸n para una adecuada comprensi贸n e integraci贸n de la sexualidad implica la uni贸n ante estos eslabones que se fundan en una sexualidad humana (no confundida con el instinto animal), radicada en la unidad de la persona humana, cuerpo y alma (cuerpo animado y Esp铆ritu encarnado), una sexualidad inscrita en la dimensi贸n de un amor responsable (que respeta al otro), que se expresa en un amor de donaci贸n total, superando as铆 esquemas narcisistas y ego铆stas inmaduros, una integraci贸n del sexo en el amor, que encuentra el lugar 煤nico y privilegiado en el matrimonio, el cual se abre a la vida, a la procreaci贸n, a la sociedad, como un bien necesario. Separar arbitrariamente los eslabones de esta cadena, separ谩ndolos de un serio empe帽o de verdadero amor y de verdadera donaci贸n, ha introducido la confusi贸n y, en lugar de una liberaci贸n prometida, ha forjado cadenas de esclavitud. Es la banalizaci贸n del sexo, asumido en forma restrictiva como instrumento de placer sin responsabilidad, a cuya entronizaci贸n contribuyen muchos de los 芦modelos de educaci贸n sexual禄 en textos ampliamente difundidos que asumen un 芦estilo de vida禄 explosivo para la persona, para la familia y para la sociedad.
La Humanae vitae representa una llamada a la educaci贸n para un amor en el matrimonio digno de ese nombre. La mera 芦informaci贸n sexual禄, desligada de una pedagog铆a de la libertad, en una tarea aut茅nticamente formativa, que se abre a una responsable relaci贸n de amor, causa verdaderos estragos. Un conocido psicoanalista, especialista en psiquiatr铆a social, en su reciente obra 芦La diff茅rence interdite禄, observa: 芦La informaci贸n sexual ha vaciado completamente la dimensi贸n afectiva, confundiendo la atracci贸n sexual con el amor. Una atracci贸n sexual no significa autom谩ticamente que uno se inscriba en un deseo de amor rec铆proco禄. Se ha tomado como modelo, anota Tony Anatrella, un sexo adolescente (inmaduro) que, en la confusi贸n antes anotada, no busca al otro, es ego铆sta y puede corresponder a lo que Sartre, me parece, llamaba una 芦empresa de seducci贸n禄.
Pablo VI advirti贸 a tiempo la magnitud y gravedad de las consecuencias que hoy se reconocen en graves 芦costos sociales禄. No son pocos, por fortuna, los signos de reacci贸n para conquistar espacios perdidos y un sentido de la vida y del amor, contra los 芦estilos de vida禄 difundidos incluso en organismos y foros internacionales.
La Humanae vitae, como servicio prof茅tico, ha abierto con seguridad los caminos a una comprensi贸n genuina de la paternidad y la maternidad responsables, a una fecunda educaci贸n del amor, a la formaci贸n de la conciencia, y en casos en que medien justos motivos para espaciar los hijos o para buscar un tama帽o de la familia de acuerdo con las posibilidades de asegurar una educaci贸n integral, ha mostrado el valor de una pedagog铆a del amor en los m茅todos naturales de la regulaci贸n de la fertilidad. Siendo totalmente diferentes a los m茅todos contraceptivos, cada vez m谩s se muestran como una 芦alternativa aut茅ntica禄, de seriedad cient铆fica, como 芦m茅todos禄 y a tono con las exigencias de una coherente antropolog铆a (cf. Familiaris consortio, 35; Evangelium vitae, 88). Desde luego, los m茅todos naturales no pueden ponerse al servicio del ego铆smo de quienes no aman o temen la vida.
En estos a帽os ha pasado mucha agua bajo los puentes. Es verdad que la concepci贸n de la familia y de la vida ha sufrido alteraciones y desajustes; puede ser que una alta proporci贸n de parejas, seducidas o enga帽adas por una cultura permisiva, no alcancen a percibir en toda su dimensi贸n el desorden objetivo de las conductas contraceptivas. Pero es tambi茅n verdad que la ense帽anza de la Iglesia expresada por Pablo VI representa un norte, un ideal posible, alcanzable, con la gracia de Dios, que llena de energ铆a a los esposos, los cuales, con un amor purificado en la reconciliaci贸n, sin negar la debilidad y las ca铆das, se levantan para caminar con paso firme seg煤n la noble vocaci贸n de esposos, en el matrimonio, cuyo autor es el Se帽or.
En breve, el Consejo pontificio para la familia publicar谩 un comentario al Vadem茅cum para los confesores sobre algunos temas de moral conyugal que es, en el campo de la moral matrimonial, una ayuda segura e iluminante para los ministros de la reconciliaci贸n, que, como tales, han de mantener a la vez inc贸lume la ense帽anza del Magisterio, en este caso de la Humanae vitae, y, como servidores del Se帽or, rico en misericordia, han de acompa帽ar con coraz贸n comprensivo, con encendida caridad pastoral, a los esposos en su camino de santidad. El camino que recorren los esposos no es f谩cil. Ninguna vocaci贸n en la Iglesia puede cumplirse sin cruz y sacrificio. Cristo acompa帽a en su peregrinaci贸n a la pareja y la Iglesia es para los esposos su hogar, su casa, la mansi贸n en donde, escuchando a Dios, se forma su conciencia y crece su amor y su compromiso.
En la Humanae vitae se han dado cita la raz贸n y la fe, la sabidur铆a humana, no alterada ni altanera hasta hacerse arbitraria, y la verdad que viene de Dios. Alguien ha dicho recientemente que millones de creyentes querr铆an hoy alterar (芦renverser禄) la c茅lebre frase de san Agust铆n: 芦Credo ut intelligam禄 (creo para entender), y querr铆an entender primero, comprender, para creer. La Humanae vitae es un ejemplo formidable de c贸mo la fe hace comprender m谩s en profundidad lo que es la verdad del hombre y de la mujer en la dignidad de un amor total, exclusivo, fiel, fecundo (cf. n. 9), un amor a la medida y posibilidad de la criatura humana y de la pareja, imagen de Dios: 芦A imagen de Dios lo cre贸禄 (cf. Gn 1, 27). La obediencia a la voluntad de Dios ha llevado al Sucesor de Pedro a la defensa de su dignidad, para comprender lo que es el hombre y lo que Dios quiere de 茅l. Desde luego, en otro momento, comprender, entender lo que es el hombre, conduce a descubrir y contemplar a su autor. Es la dial茅ctica de la fe.
Con respecto a la moral conyugal se han querido introducir interpretaciones que perturban. Se ha llegado hasta oponer, cediendo a un secularismo envolvente, que ser铆a exigencia de inculturaci贸n de la moral cristiana, con los efectos de alteraci贸n de los principios rectores de la 茅tica y de la conciencia, en donde resuena la voz de Dios. Se ha querido imponer o persuadir, con motivos de la raz贸n de discutibles ribetes cient铆ficos, para concluir que, si muchos doblan sus rodillas ante los avances de la ciencia y se han cerrado a las exigencias de la Humanae vitae, la raz贸n los asiste. Y esto en nombre del Concilio, cuya corriente de liberaci贸n habr铆a frenado la enc铆clica Humanae vitae. Para evitar conclusiones de este estilo, es bueno recordar lo que el Concilio ense帽贸: 芦La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocaci贸n del hombre禄 (Gaudium et spes, 11). Y precisamente para introducirnos al misterio, a la verdad del hombre, el Concilio afirm贸: 芦El misterio del hombre se esclarece en el misterio del Verbo encarnado禄 (ib., 22). Es la ruta de Pablo VI.
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