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Queridos hermanos y hermanas:
Desde el martes 17 hasta el lunes 23 de marzo llevaré a cabo mi primer viaje apostólico a Ãfrica. Iré a Camerún, a la capital Yaundé, para entregar el "Instrumento de trabajo" de la II Asamblea especial para Ãfrica del SÃnodo de los obispos, que tendrá lugar en octubre aquÃ, en el Vaticano; proseguiré luego a Luanda, capital de Angola, un paÃs que, después de una larga guerra interna, ha reencontrado la paz y ahora está llamado a reconstruirse en la justicia. Con esta visita deseo abrazar idealmente a todo el continente africano: sus mil diferencias y su profundo espÃritu religioso; sus antiguas culturas y su arduo camino de desarrollo y de reconciliación; sus graves problemas, sus dolorosas heridas y sus enormes potencialidades y esperanzas. Quiero confirmar en la fe a los católicos, animar a los cristianos en el compromiso ecuménico y llevar a todos el anuncio de paz confiado a la Iglesia por el Señor resucitado.
Mientras me preparo para este viaje misionero, resuenan en mi alma las palabras del apóstol san Pablo que la liturgia propone a nuestra meditación en este tercer domingo de Cuaresma: "Nosotros predicamos a Cristo crucificado —escribe el Apóstol a los cristianos de Corinto—, escándalo para los judÃos, necedad para los gentiles; pero para los llamados, lo mismo judÃos que griegos, Cristo es fuerza de Dios y sabidurÃa de Dios" (1 Co 1, 23-24). SÃ, queridos hermanos y hermanas, viajo a Ãfrica con la convicción de que no tengo nada que proponer o dar a aquellos con los que me encuentre si no es Cristo y la buena nueva de su cruz, misterio de amor supremo, de amor divino que vence toda resistencia humana y hace posible incluso el perdón y el amor a los enemigos.
Esta es la gracia del Evangelio, capaz de transformar el mundo; esta es la gracia que puede renovar también a Ãfrica, porque genera una fuerza irresistible de paz y de reconciliación profunda y radical. Por tanto, la Iglesia no persigue objetivos económicos, sociales o polÃticos; la Iglesia anuncia a Cristo, convencida de que el Evangelio puede tocar el corazón de todos y transformarlo, renovando de este modo desde dentro a las personas y las sociedades.
El 19 de marzo, precisamente durante la visita pastoral a Ãfrica, celebraremos la solemnidad de san José, patrono de la Iglesia universal, y también mÃo personal. San José, avisado en sueños por un ángel, tuvo que huir con MarÃa a Egipto, en Ãfrica, para poner a salvo a Jesús recién nacido, a quien el rey Herodes querÃa matar. Asà se cumplieron las Escrituras: Jesús siguió los pasos de los antiguos patriarcas y, como el pueblo de Israel, volvió a la Tierra prometida después de haber estado en el exilio en Egipto. A la intercesión celestial de este gran santo encomiendo mi próxima peregrinación y a las poblaciones de toda Ãfrica, con los desafÃos que la marcan y las esperanzas que la animan. En particular, pienso en las vÃctimas del hambre, de las enfermedades, de las injusticias, de los conflictos fratricidas y de todas las formas de violencia que, por desgracia, sigue afectando a adultos y niños, asà como a misioneros, sacerdotes, religiosos, religiosas y voluntarios. Hermanos y hermanas, acompañadme en este viaje con vuestra oración, invocando a MarÃa, Madre y Reina de Ãfrica.
Se concluye esta mañana, en la basÃlica de San Pablo extramuros, el jubileo paulino de los universitarios, promovido por la Congregación para la educación católica y por el Consejo pontificio para la cultura y organizado por el Vicariato de Roma, sobre el tema: "Lo que adoráis sin conocer, yo os lo anuncio. Evangelio y cultura para un nuevo humanismo". Me alegra mucho la presencia en Roma de ilustres profesores y delegados de pastoral universitaria, provenientes de todos los continentes. Este acontecimiento constituye una etapa importante en el diálogo siempre vivo entre la Iglesia y la universidad. Deseo que en todas las Iglesias particulares se desarrolle la pastoral universitaria, con vistas a la formación de los jóvenes y a la elaboración de una cultura inspirada en el Evangelio. Queridos universitarios, os animo y os acompaño con mi oración.
(En inglés)
Doy la bienvenida a los peregrinos y visitantes de lengua inglesa presentes hoy en el Ãngelus. Ojalá que, mientras continuamos nuestro itinerario cuaresmal, nuestra decisión de seguir a Jesús se fortalezca con la oración, el perdón, el ayuno y la ayuda a los necesitados. Este martes partiré de Roma para mi visita a Camerún y Angola. Mi presencia en el gran continente de Ãfrica forma parte de la preparación para la II Asamblea especial del SÃnodo de los obispos dedicada al tema: "La Iglesia en Ãfrica al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz". Os pido a cada uno que me acompañéis con la oración, para que mi visita sea un tiempo de renovación espiritual para todos los africanos y una ocasión para que los lÃderes civiles y religiosos fortalezcan su decisión de caminar por el senda de la justicia, la integridad y la compasión. Ojalá que la vida de los africanos, hombres, mujeres y niños, se transforme con esperanza. Sobre todos vosotros, aquà reunidos, y sobre vuestros seres queridos, invoco de buen grado la fuerza y la paz de Cristo, nuestro Señor.
(En castellano)
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta plegaria mariana. Encomiendo a vuestras oraciones la visita que haré los próximos dÃas a Camerún y Angola, abrazando con el corazón a toda Ãfrica, para alentar en ese querido continente el anuncio del Evangelio de Cristo, fuerza de Dios y sabidurÃa de Dios, como nos recuerda hoy san Pablo. ¡Feliz domingo!
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