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S.S. Benedicto XVI, 脕ngelus, 19 de noviembre de 2006
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脕ngelus

19 de noviembre de 2006

Queridos hermanos y hermanas:

Pasado ma帽ana, 21 de noviembre, con ocasi贸n de la memoria lit煤rgica de la Presentaci贸n de Mar铆a sant铆sima en el templo, celebraremos la Jornada pro orantibus, dedicada al recuerdo de las comunidades religiosas de clausura. Es una ocasi贸n muy oportuna para dar gracias al Se帽or por el don de tantas personas que, en los monasterios y en los eremitorios, se dedican totalmente a Dios en la oraci贸n, en el silencio y en el ocultamiento.

Algunos se preguntan qu茅 sentido y qu茅 valor puede tener su presencia en nuestro tiempo, en el que hay numerosas y urgentes situaciones de pobreza y de necesidad que se deben afrontar. 驴Por qu茅 "encerrarse" para siempre entre las paredes de un monasterio y privar as铆 a los dem谩s de la contribuci贸n de las propias capacidades y experiencias? 驴Qu茅 eficacia puede tener su oraci贸n para la soluci贸n de los numerosos problemas concretos que siguen afligiendo a la humanidad?

Sin embargo, de hecho tambi茅n hoy, suscitando con frecuencia la sorpresa de amigos y conocidos, muchas personas abandonan carreras profesionales a menudo prometedoras para abrazar la austera regla de un monasterio de clausura. S贸lo las impulsa a un paso tan comprometedor el haber comprendido, como ense帽a el Evangelio, que el reino de los cielos es "un tesoro" por el cual vale de verdad la pena abandonarlo todo (cf. Mt 13, 44). En efecto, estos hermanos y hermanas nuestros testimonian silenciosamente que en medio de los acontecimientos diarios, a veces bastante turbulentos, el 煤nico apoyo que no vacila jam谩s es Dios, roca inquebrantable de fidelidad y de amor.

"Todo se pasa, Dios no se muda", escribi贸 la gran maestra espiritual santa Teresa de 脕vila en uno de sus c茅lebres textos. Y ante la necesidad generalizada que muchos sienten de salir de la rutina diaria de las grandes aglomeraciones urbanas en busca de lugares propicios para el silencio y la meditaci贸n, los monasterios de vida contemplativa se presentan como "oasis" en los que el hombre, peregrino en la tierra, puede beber mejor en las fuentes del Esp铆ritu y saciarse a lo largo del camino. Por tanto, estos lugares, aparentemente in煤tiles, son en realidad indispensables, como los "pulmones" verdes de una ciudad: hacen bien a todos, incluso a quienes no los frecuentan y tal vez ignoran su existencia.

Queridos hermanos y hermanas, demos gracias al Se帽or, que en su providencia ha querido las comunidades de clausura, masculinas y femeninas. No les privemos de nuestro apoyo espiritual y tambi茅n material, para que puedan cumplir su misi贸n: mantener viva en la Iglesia la ardiente espera de la vuelta de Cristo. Para ello, invoquemos la intercesi贸n de Mar铆a, a quien, en la memoria de su Presentaci贸n en el templo, contemplaremos como Madre y modelo de la Iglesia, que re煤ne en s铆 ambas vocaciones: a la virginidad y al matrimonio, a la vida contemplativa y a la activa.

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