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José y Esposa Sabogal, Advocaciones Marianas de América
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Advocaciones Marianas de América

Introducción

«¡Tierra!», gritó Rodrigo de Triana el 12 de octubre de 1492, se había descubierto América. A más de quinientos años de la llegada de la fe y en pleno año jubilar, encontramos la presencia de la siempre Virgen María, - primera evangelizadora -, inserta en cada uno de los diferentes pueblos del Continente de la Esperanza. Nosotros invitados a «la fascinante aventura de vivir la vida según el Evangelio», peregrinos de la esperanza en tierras americanas, tenemos la gran tarea de secundar a nuestra Madre en su misión de llevar a todos los hombres al encuentro con su Hijo el Señor Jesús. Creemos que es importante conocer más de cerca esa presencia maternal de María en América, por lo que hemos recopilado las historias e imágenes de las Advocaciones Marianas de América. Si este texto «... en alguna forma... puede ayudar a alguien a vivir con mayor intensidad su piedad filial a nuestra Madre Santa María, como camino para acercarse más al Corazón del Señor Jesús,... habrá cumplido su cometido».

Santa María, con alegría
hace más de 500 años
hemos recibido el gran don de la fe
desde el inicio de la predicación del Evangelio
hasta nuestros días
encontramos tu presencia maternal
en todo el Continente
y es que tú, Madre,
has sabido responder al llamado del Señor de:
«Proclamar la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16, 15).

Intercede por nosotros
para que sepamos responder
con generosidad y con prontitud
a este llamado, a esta misión
y poder decir como San Pablo:
« Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria;
es más bien un deber que me incumbe.
Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!
». (1Co 9, 16).

Virgen de Salete. ANTILLAS.

Patrona de las Antillas.

La Virgen de Salete apareció en la pequeña villa de Salete, en los Alpes franceses, a dos jóvenes pastores, Melânia y Maximino, el 19 de Septiembre de 1846. Surgió en una bola de fuego "que parecía un sol caído en la tierra». Los dos pequeños pastores, deslumbrados y paralizados, la Virgen con fisonomía triste, dio mensajes para que ellos transmitiesen a los otros. Recomendó mucha oración, más espiritualidad, sumisión a la voluntad divina.

Al final, la Virgen recomendó a los dos pastores que llevasen su mensaje a todos, y se fue elevando «en un rayo de luz que llegaba hasta el cielo». Este fenómeno fue estudiado minuciosamente por la iglesia, dando, después de unos años, la aparición como «autentica, indudable y cierta», por el Obispo de Grenoble, Don Felisberto de Bruillard.

La devoción a la Virgen de Salete fue llevada a Dominica, una pequeña isla de las Pequeñas Antillas, entre Martinica y Guadalupe que en aquella época estaba bajo el dominio francés.

Nuestra Señora de Luján. ARGENTINA.

Patrona de Argentina, su festividad se celebra el sábado anterior al IV domingo después de Pascua.

Corría el mes de mayo de 1630 cuando la milagrosa imagen de la Virgen de Luján llegó a la Argentina.

Antonio Farías Sáa era un hacendado radicado en Sumampa (Santiago del Estero) que quería colocar en su estancia una capilla para la Virgen. Este hombre le pidió a un amigo que vivía en Brasil que le enviara una imagen que representara la Inmaculada Concepción de María. El amigo le envió dos, la que le había encargado y otra de la Virgen con el Niño Jesús. Cuando llegaron, fueron colocadas en una carreta y partieron en una caravana rumbo a Sumampa.

La caravana se detuvo a orillas del río Luján a 67 kilómetros de Buenos Aires, en una hacienda, conocida como la estancia de Rosendo. Al día siguiente los carreteros iban a proseguir con el viaje, pero la carreta que llevaba la imagen no se movía, intentaron de todas las formas posibles que caminara, bajaron la mercadería, colocaron más bueyes, pero todo fue inútil, las dos imágenes estaban en el fondo de la carreta en dos pequeños cajones.

Los carreteros retiraron una imagen y no se movió, la subieron y bajaron la otra, y la carreta marchó normalmente. En ese instante los hombres comprendieron que estaba ocurriendo algo milagroso. Al ver que la Virgen no quería marcharse se dirigieron a la casa más cercana, la de don Rosendo.

La familia se emocionó al ver la imagen y la colocaron en su casa, la noticia corrió por toda la región, y se enteraron hasta en Buenos Aires. Las personas empezaron a viajar al lugar, entonces don Rosendo construyó una pequeña capilla, entre los pajonales de la pampa, en este lugar permaneció la virgencita desde 1630 hasta 1674.

El Negro Manuél

Este hombre dedicó toda su vida, desde que llegó a la Argentina, a cuidar a la Virgen de Luján. Fue traído de Africa y vendido como esclavo en Brasil. Llegó al Río de la Plata a los 20 años de edad, en la embarcación en donde venía la bendita imagen y presenció el milagro en la estancia de don Rosendo.

Se desconoce quién era su dueño, pero Manuel permaneció en la estancia al cuidado de la imagen, consagrando su vida a la atención de la santísima Virgen.

La tradición nos dice que Manuel realizaba curas milagrosas con el sebo de las velas de la capilla y relataba a los peregrinos los viajes de la Santa Virgen, que salía de noche para dar consuelo a los afligidos. Manuel guardaba de los viajes de la Señora los abrojos que se desprendían del vestido de la Virgen. Con los años, don Rosendo falleció y el lugar quedó casi abandonado, pero este hombre fue siempre fiel y continuó al servicio de la Virgen.

Doña Ana Mattos

Doña Ana Mattos, viuda de Siqueyras, era una señora que tenía gran cantidad de tierras a orillas del río Luján, ella quería llevar la imagen a su casa y construirle una capilla; para ello en el año 1674, habló con el Cura Juan de Oramas, administrador de los bienes de don Rosendo y la colocó en su casa, pero la Santa Virgen desapareció y la encontraron en su antigua ermita (capilla), doña Ana volvió a llevar la imagen a su casa y por segunda vez regresó a la estancia de don Rosendo.

La dama consultó entonces a las autoridades eclesiásticas y civiles, quienes viajaron al lugar y examinaron lo sucedido; esta vez la Virgen fue trasladada en una devota peregrinación y en compañía de Manuel. Desde ese momento la imagen no retornó más a su antigua capilla.

Luego de confirmar la veracidad de lo sucedido la Autoridad Eclesiástica, autorizó oficialmente el culto público a la "Pura y Limpia Concepción del Río Luján". Doña Ana donó el terreno para la realización del nuevo templo en 1677 lugar en donde actualmente se encuentra la hermosa Basílica de Luján.

Don Pedro de Montalbo

El clérigo don Pedro de Montalbo estaba muy enfermo y desahuciado, en 1684 viajó a Luján, casi moribundo fue llevado a la capilla. El Negro Manuel le ungió el pecho con el sebo de la lámpara que ardía en el altar y le dio de beber una infusión con abrojos de los que solía desprender del vestido de la Virgen. Don Pedro sanó milagrosamente y agradecido se quedó como primer capellán.

El pueblo de Luján

El lugar empezó a poblarse con los devotos de la Virgen. De esta forma, el paraje se convirtió en una aldea que se llamó Pueblo de Nuestra Señora de Luján. En 1755 se le otorgó el título de Villa.

La devoción por la Virgen fue creciendo año tras año, así como los milagros que ocurrían y el 23 de octubre de 1730, Luján era instituida Parroquia. El cura párroco don José de Andújar deseaba ampliar el templo y junto al Obispo Fray Juan de Arregui, iniciaron la construcción, pero esta no llegó a buen termino porque después de grandes contratiempos terminó por desplomarse.

Don Juan de Lezica y Torrezuri

Este hombre nacido en Vizcaya, España, estaba muy enfermo y fue curado milagrosamente por la Santísima Virgen de Luján. Don Juan, en agradecimiento se entregó por completo a la creación del nuevo templo y a fines de 1754 se inició la construcción, en 1763 se terminó felizmente la obra y los cabildantes de Luján eligieron y juraron a Nuestra Señora por celestial Reina y Patrona.

El Padre Salvaire

Hacia el año 1872, el Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Federico Aneiros, entregó la custodia del templo a los sacerdotes de la congregación de la Misión, conocidos como Padres Lazaristas. En aquel entonces el teniente Cura Jorge María Salvaire fue herido en un viaje por los indios y estuvo al borde de la muerte, en ese momento realizó una promesa a la Santísima Virgen y milagrosamente fue sanado.

La promesa del Padre Salvaire fue, «Publicaré tus milagros ..., engrandeceré tu Iglesia» En cumplimiento de este voto, publicó en 1885 la "Historia de Nuestra Señora de Luján".

En 1889 fue nombrado Cura Párroco de Luján y dedicó su vida y esfuerzos a edificar la gran Basílica, con el apoyo de Monseñor Aneiros y la colaboración de sus compañeros de Congregación, inició la construcción de la actual Basílica Nacional.

Cuando falleció en 1899, la obra continuo en las manos del Padre Dávani, quien murió en 1922, para ese entonces el Santuario ya estaba terminado en su estructura fundamental.

La Solemne Coronación de la Virgen de Luján

El Padre Salvaire, en 1886, presentó al Papa León XIII, la petición del Episcopado y de los fieles del Río de la Plata para la coronación de la Virgen, el Pontífice bendijo la corona y le otorgó Oficio y Misa propios para su festividad, que quedó establecida en el sábado anterior al IV domingo después de Pascua. La Coronación se realizó en mayo de 1887.

La Basílica de Luján

El Santuario de Luján es de estilo gótico ojival del siglo XIII. Sus dimensiones son: ancho del crucero, 68,50 m.; longitud, 104 m.; ancho de frente, 42 m.; altura en las dos torres mayores, 106 m. El 8 de diciembre de 1930, el Papa Pío XII, le otorgó oficialmente el título de Basílica.

La Imagen de la Virgen de Luján

La imagen es pequeña (38 centímetros), está modelada en arcilla cocida (terracota), su rostro es ovalado, de color moreno. Los pies de la Santa Imagen se apoyan sobre nubes, desde las cuales surge una media luna y cuatro cabezas de querubines, con sus pequeñas alas desplegadas.

Está cubierta con vestiduras: túnica blanca y manto azul-celeste. Tiene las manos juntas en el pecho.

El Padre Salvaire hizo recubrir la Santa imagen con una coraza de plata para impedir su deterioro. Antes de esta operación se sacaron moldes que permitieron su reproducción auténtica.

En 1887, el Padre colocó la Imagen sobre una base de Bronce, le adosó la rayera gótica con la inscripción: "Es la Virgen de Luján la primera Fundadora de esta Villa" y una aureola de doce estrellas. Ornamentada en esta forma, fue coronada con la corona Imperial bendecida por León XIII.

El 3 de diciembre de 1871 se realizó la primera peregrinación general al Santuario de Luján, desde entonces millones de personas concurren cada año. Es uno de los centros de peregrinación más importantes de Latinoamérica.

Nuestra Señora de Copacabana. BOLIVIA

Patrona de Bolivia, su festividad se celebra el 5 de agosto.

En la parte que corresponde a Bolivia, la península de Copacabana se adentra en el lago Titicaca acercándose a las islas del Sol y de la Luna, antiguos lugares sagrados de los Incas. En este lugar, a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, a 139 km. de La Paz, Bolivia y recostado sobre una colina, surge el culto a la "Santísima Virgen de la Candelaria, Nuestra Señora de Copacabana".

En el pequeño pueblo de Copacabana, sus habitantes vivían divididos en dos grupos, los Anansayas y los Urinsayas. A pesar de haber recibido la fe, vivían apegados a sus antiguas supersticiones. Las malas cosechas y otras desventuras los obligaron a pensar en atraerse los favores del cielo y resolvieron los Anansayas erigir una cofradía y ponerla bajo la advocación de la Virgen de la Candelaria. Se opusieron los Urinsayas alegando que ellos tenían pensado dedicarla a San Sebastián, pero al final no se hizo nada.

Un buen hombre llamado Francisco Tito Yupanqui, descendiente del Inca Huayna Capac, no abandonó la idea y concibió el proyecto de labrar una imagen de la Virgen pensando que una vez hecha y trasladada al pueblo sería más fácil establecer la cofradía propuesta. Este escultor aficionado, ayudado por su hermano Felipe, trabajó una imagen de la Virgen en arcilla, de una vara de alto. Por los resultados, esta imagen debió representar la buena voluntad alejada de las gracias naturales de María. Fue colocada a un lado del altar por el Padre Antonio de Almeida, que hacía de párroco o predicador. Al dejar Copacabana don Antonio de Almeida, se hizo cargo de Copacabana el predicador bachiller don Antonio Montoro, quien al ver esa imagen desgarbada, tosca y sin proporciones, mandó sacarla del altar y llevarla con desaire a un rincón de la sacristía.

Humillado Francisco Tito por este contratiempo y aconsejado por los suyos, marchó a Potosí, que contaba con destacados maestros en escultura de imágenes sagradas. Llegó a adquirir en el taller del maestro Diego Ortiz, cierto dominio en la escultura y en la preparación de la madera. Con esos conocimientos se resolvió trabajar la imagen definitiva de la Candelaria. Buscó por todas las iglesias de Potosí una imagen de la Virgen que pudiera servirle de modelo. Le indicaron una en Santo Domingo. Se fijó en ella con suma atención para grabarla en su mente y antes de comenzar su trabajo, hizo celebrar una Misa en honor de la Santísima Trinidad, para obtener sobre su obra la bendición divina.

Los Urinsayas admitieron fundar la cofradía, pero no aceptaron la efigie labrada por Yupanqui, por lo que él empezó a buscar compradores. En La Paz, la imagen llegó a manos del Cura de Copacabana quien decidió llevar la imagen al pueblo. El 2 de febrero de 1583, la imagen de María llegó a los cerros de Guacuyo, lo que hace de este santuario mariano uno de los más antiguos de las Américas. Todo el pueblo salió gozoso a recibirla y con gran alegría la condujeron a la iglesia donde se celebró una misa en su honor.

Desde un principio la imagen cobró fama de ser milagrosa, lo cual se extendió por toda la comarca, el Virreinato y el Continente entero. Los Padres Agustinos construyeron la primera Capilla Mayor entre 1614 y 1618. El Virrey de Lima, Conde de Lemos, apoyó moral y materialmente la construcción de la Basílica desde 1668 y asistió a la inauguración de la misma en 1678.

El templo actual data de 1805 y la imagen fue coronada durante el pontificado de Pío Xl. Con el paso del tiempo los fieles donaron, para adorno de la imagen, gran cantidad de valiosas joyas y el templo se llenó de regalos y tesoros. Cuando se independiza Bolivia en 1825 existía una ascendente y permanente presencia de la Virgen de Copacabana en la fe de ese pueblo. Sin embargo, en 1826 el Presidente de Bolivia, Mariscal Antonio José de Sucre, expropió todas las joyas coloniales del tesoro del Santuario de la Virgen para fundirlas en las primeras monedas de oro y plata de Bolivia.

El 1 de Agosto de 1925, año del primer Centenario de la independencia de Bolivia, la Virgen de Copacabana fue coronada como Reina de esa nación. El 7 de Noviembre de 1940, el Templo Mariano de Copacabana, fue declarado Basílica Menor.

El cuerpo de la imagen está totalmente laminado en oro fino y en sus ropajes se reproducen los colores y las vestiduras propias de una princesa inca. Su forma original está permanentemente cubierta por lujosos mantos y trajes superpuestos a la talla, luciendo además una larga peluca de pelo natural. La imagen, que mide un poco más de cuatro pies, sostiene al Niño de manera muy peculiar, como si éste estuviera a punto de caerse. En su mano derecha sostiene un canastillo y un bastón de mando, regalo y recuerdo de la visita que en 1669 le hizo el Virrey del Perú. La imagen original nunca sale de su santuario y para las procesiones se utiliza una copia de la misma. Es típico del santuario, que los que lo visitan salgan de él caminando hacia atrás, con la intención de no darle la espalda a su querida patrona cuya fiesta original se celebraba el 2 de febrero, día de la Purificación de María, y luego se ha trasladado al 5 de agosto, con liturgia propia y gran celebración popular.

Nuestra Señora de Aparecida. BRASIL

Patrona del Brasil, su festividad se celebra el 12 de octubre.

En octubre de 1716, pasaba por Guaratinguetá con rumbo a Minas el gobernador de San Pablo, Pedro de Almeida y Portugal. Los pescadores de la zona querían darle la mejor atención, por lo que tendieron sus redes al río Parahiba, pero con escasa fortuna. Viendo esto, uno de ellos llamado Juan Alves, corrió hasta el lugar denominado Itaguassú y habiendo allí lanzado sus instrumentos de pesca, sacó del primer lance entre las mallas de su red una imagen de la Virgen a la que falta la cabeza. Volvió de nuevo a lanzar la red en otra dirección y esta vez logró aprisionar la cabeza de la imagen.

Lleno de asombro ante tal hallazgo, dirigió su barca hacia la orilla y después de limpiarla descubrió que era una Virgen Inmaculada. Sus compañeros participaron de esta alegría y animados por este suceso volvieron a echar sus redes consiguiendo una abundante pesca. No se sabe cómo vino a parar al río la pequeña imagen pero sí se conoce a su autor, Frei Agostino de Jesús, un monje carioca de Sao Paulo que trabajaba el barro con arte y refinamiento. La imagen que fue moldeada hacia el 1650, permaneció sumergida en el Paraíba por muchos años, hasta perder su policromía original y quedar de un brillante color castaño oscuro.

Los pescadores se llevaron la imagen y en la casa de uno de ellos le arreglaron un sencillo altar. Más tarde otro pescador al trasladarse a Itaguassú, construyó en su nuevo domicilio un oratorio y en él puso la imagen, ante la cual los vecinos se reunían para rezar el rosario y entonar himnos.

La Virgen morena se presenta a la veneración de los fieles recubierta por un rígido manto de gruesas telas ricamente bordadas, que sólo permiten verle el rostro y las manos, que une sobre el pecho en continua oración.

El 5 de mayo de 1743, se comenzó a construir un templo, que se inauguró el 26 de julio de 1745, venerando a la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de Aparecida.

El 8 de setiembre de 1900, se organizó la primera romería contando con unos cientos de personas. La imagen fue coronada solemnemente en 1904, por don José de Camargo Barros, obispo de Sao Paulo.

El 16 de julio de 1930, Pío XI declaró a Nuestra Señora de Aparecida Reina y Patrona de Brasil. El día 4 de julio de 1980, el Papa Juan Pablo II visitó el santuario, concediéndole el título de Basílica. Unos días antes, un individuo lanzó al suelo la imagen fraccionándola en muchos pedazos. Quiso así parar el gozo de la celebración que se esperaba. Pero el amor y el cuidadoso trabajo de varios artistas y expertos logró reconstruirla perfectamente y la Virgen Aparecida retornó a la Basílica en medio de la enorme multitud que la aclamaba como Madre del Brasil.

En la ceremonia de consagración, el Papa sintetizó en densas palabras el significado histórico y religioso del Santuario Nacional de Aparecida.«En este lugar, hace más de dos siglos, la Virgen marcó un encuentro singular con la gente brasileña. Con razón, hacia aquí se vuelven desde entonces los anhelos de esta gente, aquí late desde entonces el corazón católico del Brasil. Meta de incesantes peregrinaciones venidas de todo el país, ésta es la Capital espiritual del Brasil.Leí con religiosa atención, preparándome para esta romería a la Aparecida, la sencilla y encantadora narración de la imagen que aquí veneramos. La inútil faena de los tres pescadores buscando peces en las aguas del Paraíba, en aquel lejano 1717; el inesperado encuentro del cuerpo y, después, de la cabeza de la pequeña imagen de cerámica ennegrecida por el lodo; la pesca abundante que se siguió al encuentro; el culto, iniciado luego a Nuestra Señora de la Concepción, bajo las apariencias de aquella estatua trigueña, cariñosamente llamada "la Aparecida"; las gracias de Dios abundantes, en favor de los que aquí invocan a la Madre de Dios.¿Qué buscaban los antiguos peregrinos? ¿Qué buscan los peregrinos de hoy? Aquello mismo que buscaban en el día, más o menos remoto, del bautismo: la fe y los medios para alimentarla. Buscan los sacramentos de la Iglesia, sobre todo la reconciliación con Dios y el alimento eucarístico. Y vuelven reconfortados y agradecidos con la Señora, Madre de Dios y nuestra.

Vengo, pues, a consagrar esta Basílica, testimonio de la fe y devoción mariana del pueblo brasileño, y lo haré conmovido de alegría, después de la celebración de la Eucaristía... Madre de la Iglesia, la Virgen Santísima tiene una presencia singular en la vida y acción de esta misma Iglesia. Por eso mismo la Iglesia tiene los ojos siempre dirigidos hacia Aquella que, permaneciendo virgen, concibió, por obra del Espíritu Santo, al Verbo hecho carne. ¿Cuál es la misión de la Iglesia si no la de hacer nacer a Cristo en el corazón de los fieles, por la acción del mismo Espíritu Santo, a través de la evangelización? Así, la "Estrella de la Evangelización" indica e ilumina los caminos del anuncio del Evangelio. Este anuncio de Cristo Redentor, de su mensaje de salvación, no puede ser reducido a un nuevo proyecto humano de bienestar y felicidad temporal. Tiene ciertamente incidencias en la historia humana e individual, pero es fundamentalmente un anuncio de liberación del pecado para la comunión con Dios, en Jesucristo. Por lo demás, esta comunión con Dios no prescinde de una comunión de los hombres unos con otros, ya que los que se convierten a Cristo, autor de la salvación y principio de unidad, son llamados a consagrarse en la Iglesia, sacramento de esta unidad humana y salvífica».

Nuestra Señora del Rosario del Cabo. CANADÁ.

Principal Advocación Mariana de Canadá, su festividad se celebra el 15 de agosto.

El Santuario Mariano más importante de Canadá es el de Nuestra Señora del Santo Rosario del Cabo, situado a medio camino entre Quebec y Montreal en la ciudad de Cap de la Madeleine, en la diócesis de Trois Rivières.

En 1659, se construye la primera capilla en un pedazo de tierra llamado "Recompensa de Santa María". Vendida a la parroquia en 1661, será trasladada a los territorios del Santuario y se convirtió en la primera iglesia en Cap de la Madeleine, la iglesia de Sainte Marie Madeleine.

El 13 de mayo de 1714, el obispo de Saint Vallier firma un decreto autorizando la construcción de una nueva iglesia parroquial. Luego de que se escogiera con gran dificultad la piedra de los campos que rodeaban el lugar, la construcción se inicia en el verano de 1717 cuando se coloca la primera piedra, el 17 de junio del mismo año. La pequeña iglesia se abrió al culto en 1720. Es la iglesia de piedra más antigua preservada en toda su integridad en Canadá. El Pequeño Santuario tiene 28 pies de ancho y 50 pies de largo y su techo tiene 20 pies de alto.

En 1854, año de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, un fiel de Cap de la Madeleine, Zéphirin Dorval, donó a su iglesia parroquial una imagen de Nuestra Señora del Santo Rosario del Cabo para adornar el altar de la Sociedad del Rosario, una de las primeras confraternidades de Canadá, reconocida oficialmente el 11 de mayo de 1694. Representa a una Virgen de facciones delicadas, los ojos mirando hacia abajo, en la pose de la Virgen de la Medalla Milagrosa, como fue revelada a la clarividente Catherine Labouré en París en 1830. Esta imagen se colocó en el altar de la capilla lateral, que se convirtió en la "Capilla del Rosario", para que los fieles pueden ofrecer sus oraciones a María. Es una imagen de yeso moldeada por la Casa Carli Petrucci en Montreal en 1854, sobre la base de un tallado hecho por Médard Bourgault de St. Jean Port Joli, Quebec.

En 1878, el número de fieles había aumentado y los aproximadamente 60 asientos de la pequeña iglesia se tornaron insuficientes. En el invierno de 1879, se planea cortar las piedras necesarias, para la construcción de una nueva iglesia, de la orilla sur del río y luego se transportarían a lo largo de éste. Pero el invierno es muy suave y el río no se llega a congelar. Los fieles recurrieron a la Virgen María. Cada domingo, rezaban el rosario con la esperanza de que se forme un puente de hielo en el río. Los meses pasaron y todos seguían rezando.

El padre párroco Désilets promete dedicar la pequeña iglesia existente a la Virgen María si puede llevar la piedra para la construcción planeada. En la noche del 16 de marzo, se empieza a formar un puente de hielo de una orilla a otra. Del 19 al 25 de marzo se lleva la piedra a través del río mediante carruajes tirados por caballos. Las personas que acarrearon las piedras por este puente de hielo lo nombraron el "Puente Rosario", convencidas que se trataba de la respuesta de María a sus plegarias.

Cuando se culminó la construcción de la nueva iglesia, el padre párroco Désilets pudo cumplir su promesa. Durante una ceremonia realizada el 22 de junio de 1888, la pequeña iglesia es dedicada a la Nuestra Señora del Cabo. El padre Frederic, franciscano, predica el sermón y dice palabras proféticas: «De ahora en adelante, este santuario será de María. Los peregrinos vendrán de todas las familias de la parroquia, de todas las parroquias de la diócesis y de cada diócesis de Canadá». La imagen de la Virgen fue ubicada sobre el altar mayor, donde ha permanecido desde ese momento.

La misma noche, alrededor de las siete de la noche, la imagen de Nuestra Señora del Santo Rosario del Cabo abre sus ojos frente a tres testigos: el padre párroco Désilets, el bendito Padre Frederic y Pierre Lacroix, un hombre discapacitado. El milagro dura alrededor de 10 minutos. El 22 de junio es una fecha para recordar ya que marca el inicio del Santuario de Nuestra Señora del Cabo.

En 1902 se confió el santuario al cuidado de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, que desarrollan hasta nuestros días una amplia y múltiple obra pastoral, ayudados por muchos laicos y por organizaciones y movimientos asistenciales y de caridad.

El 12 de octubre de 1904, la imagen de Nuestra Señora del Santo Rosario del Cabo fue coronada canónicamente por el Papa Pío X. En 1919 debido al mal clima en esa época del año, la celebración anual del Santuario se cambia al 15 de agosto en vez del 12 de octubre.

En 1954, la imagen de Nuestra Señora del Santo Rosario del Cabo peregrina por todo Canadá; la peregrinación finaliza con el congreso nacional mariano y una segunda coronación de la imagen por parte del Cardenal Valeri, delegado del Papa Pío XII. De 1954 a 1964 se construyó una basílica, junto al templo anterior, de forma que este centro mariano comprende hoy dos iglesias en medio de agradables jardines y estructuras adecuadas para la acogida de los peregrinos.

El 10 de setiembre de 1984, el Papa Juan Pablo II peregrina al Santuario de Nuestra Señora del Cabo. En 1988 se celebró el Centenario del Santuario de Nuestra Señora del Santo Rosario del Cabo y el 25 de setiembre de ese mismo año se realizó la Beatificación del Padre Frederic en Roma.

Nuestra Señora de Chiquinquirá. COLOMBIA.

Patrona de Colombia, su festividad se celebra el 9 de julio.

Cuenta la tradición que entre los primeros conquistadores del Nuevo Reino de Granada, Antonio de Santana, encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, era especialmente devoto de la Virgen del Rosario. Por este motivo construyó en el pueblo de Suta su dormitorio y una pequeña capilla.

Deseando poner en ella una imagen de la Madre de Dios, mandó pintar una imagen de Nuestra Señora del Rosario en una rústica tela de algodón de procedencia indígena. Un pintor español, llamado Alonso de Narváez pintó con bastante arte, una imagen de la Virgen del Rosario. En su paleta usó colores al temple, con pigmentos naturales tomados de la composición mineral de la tierra y del zumo de hierbas y flores de la región. Como el lienzo era casi cuadrado (44 pulgadas de alto por 49 de ancho), el artista balanceó y completó el espacio añadiendo, a los lados de la Virgen del Rosario, las imágenes de San Antonio de Padua y de San Andrés Apóstol por ser el primero patrono del encomendero que solicitaba la imagen y el segundo, del fraile que la había mandado a hacer.

En 1562 el cuadro fue colocado en la capilla techada con paja en la que se filtraba la lluvia y con ella la humedad del ambiente. Esto, unido a la acción del aire y del sol dejaron la pintura en tan mal estado que muy pronto era ya imposible reconocer lo que había sido pintado en ella. A la muerte de Don Antonio, en 1577, su viuda, se trasladó a Chiquinquirá llevándose consigo el cuadro al que colocó en una capilla.

Diez años más tarde vino a aquel lugar María Ramos, una piadosa sevillana cuñada del difunto Santana, quien después de arreglar y limpiar la modesta capilla colocó en ella el borroso lienzo que un día llevara la imagen de la Virgen del Rosario. Cuenta la tradición que el viernes 26 de diciembre de 1586, se disponía a salir de la capilla, cuando una india cristiana le llamó la atención hacia la imagen, que aparecía rodeada de vivos resplandores. Volvió el rostro y fue grande su asombro al advertir la transformación que se había obrado en el lienzo, cuyos colores, antes tan borrosos y desteñidos, aparecían ahora vivos y claros.

La Virgen del Rosario que ocupa el centro del cuadro mide aproximadamente un metro de alto; su mirada se vuelve hacia la izquierda, desviando la atención hacia el Niño casi desnudo que lleva en sus brazos. Es una imagen serena cuya delicada sonrisa irradia gran dulzura. El color de su rostro es pálido, lo mismo que el del Niño. Curiosamente, éste lleva en la mano derecha un pajarito de vivo plumaje que con un cordel sujeta a su dedo pulgar y de la mano izquierda deja colgar un pequeño rosario. Nuestra Madre apoya su cuerpo sobre una media luna, en una posición que sugiere que va de camino. Cubre su cabeza una toca blanca recogida sobre el pecho, y un manto azul celeste envuelve su vestido de color de rosa. Con el dedo meñique de su mano izquierda sostiene un rosario que le cae en el medio del cuerpo y en la mano derecha porta un cetro de reina.

El cuadro conserva las huellas del pasado deterioro y es notable el que las figuras, que de cerca se ven imprecisas o borrosas, adquieren su relieve y profundidad cuando se observan a cierta distancia. Al lienzo se le han superpuesto dos coronas, un cetro, dos rosarios y 27 escudos de oro que dan un hermoso relieve al cuadro, cuyo marco, formado por semicircunferencias de plata, porta las insignias de la condecoración presidencial. Durante trescientos años el cuadro de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá se presentó a los fieles sin protección alguna, contándose por millares los objetos que anualmente tocaban la endeble tela de algodón. Los devotos usaban largas varas o cañas para hacer llegar hasta el bendito lienzo diversos objetos de devoción. Desde 1897 un grueso cristal protege la pintura de las inclemencias del tiempo y de los excesos de fervor de los peregrinos.

Desde 1636, cuidan el santuario los Padres Dominicos, primeros misioneros y evangelizadores de Colombia. Pío VII la declaró a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá patrona de Colombia en 1829 concediéndole fiesta litúrgica propia. "La Chinita" como la llama su pueblo, fue coronada canónicamente en 1919 y su santuario declarado Basílica en 1927.

Nuestra Señora de los Ángeles. COSTA RICA.

Patrona de Costa Rica, su festividad se celebra el 2 de agosto.

La ciudad de Cartago, como muchas otras en la época colonial, segregaba a los blancos de los indios y mestizos. A todo el que no fuera blanco puro se le había prohibido el acceso a la ciudad, donde una cruz de piedra señalaba la división y los límites.

En 1635, en la sección llamada "Puebla de los Pardos", Juana Pereira, una pobre mestiza, se había levantado al amanecer para, como todos los días, buscar la leña que necesita. Era el 2 de agosto y la luz del alba que ilumina el sendero entre los árboles, le permite a la india descubrir una pequeña imagen de la Virgen, sencillamente tallada en una piedra oscura, visiblemente colocada sobre una gran roca en la vereda del camino.

Juana llevó la imagen a su casa. Al otro día volvió al bosque en busca de leña y la imagen de la Santísima Virgen estaba en el mismo sitio en que la había hallado el día anterior, ella la tomó y la llevo nuevamente a su casa. Al siguiente día se repitió el suceso y asustada fue a la parroquia a contarle al sacerdote. La imagen fue llevada a la iglesia, pero de allí también desapareció, regresando al mismo lugar. Después de esto, todos comprendieron que la Virgen quería permanecer allí y que deseaba que se construyera en aquel sitio una iglesia.

La imagen, tallada en piedra del lugar, es muy pequeña, pues mide aproximadamente sólo tres pulgadas de longitud. Nuestra Señora de los Angeles lleva cargado a Jesús en el brazo izquierdo, en el que graciosamente recoge los pliegues del manto que la cubre desde la cabeza. Su rostro es redondeado y dulce, sus ojos son rasgados, como achinados, y su boca es delicada. Su color es plomizo con algunos destellos dorados como diminutas estrellas repartidas por toda la escultura.

La Virgen se presenta actualmente a la veneración de sus fieles en un hermoso ostensorio de nobles metales y piedras preciosas, en forma de resplandor que la rodea totalmente, aumentando visualmente su tamaño. De la base de esta "custodia" brota una flor de lis rematada por el ángel que sostiene la imagen de piedra. De esta sólo se ven los rostros de María y el Niño Jesús, pues un manto precioso la protege a la vez que la embellece.

La "Negrita" como la llama el cariño de los costarricenses, fue coronada solemnemente el 25 de abril de 1926. Nueve años más tarde, su Santidad Pío XI elevó el Santuario de la Reina de los Angeles a la dignidad de Basílica menor.

A Cartago llega un constante peregrinar de devotos que vienen a visitar a su Madre de los cielos; muchos entran de rodillas, como acto de humildad y de acción de gracias y luego van a orar ante la roca donde fue hallada la bendita imagen. Esta piedra se ha ido gastando por el roce de tantas manos que la acarician agradecidas. Debajo de esta piedra brota un manantial cuyas aguas recogen los que acuden en busca de misericordia y salud.

Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. CUBA.

Reina y Patrona de Cuba, su festividad se celebra el 8 de setiembre.

En el siglo XVI aumentó en Cuba la cría del ganado. Era necesario para los españoles en camino hacia los nuevos territorios. En 1598 comenzó la explotación del cobre en las montañas de la región oriental de la isla. A 15 leguas de las minas el gobierno español estableció el hato de Varajagua o Barajagua que contaba con mucho ganado. Por eso era necesaria la sal que prevenía la corrupción de la carne.

En los primeros años del siglo XVII, fueron a buscar sal en la bahía de Nipe dos hermanos indios y un negrito de nueve o diez años. Se llamaban respectivamente Juan de Hoyos, Rodrigo de Hoyos y Juan Moreno, conocidos por la tradición como "los tres Juanes". Mientras iban por la sal ocurrió la aparición de la imagen de la Virgen. He aquí el relato de Juan Moreno, dado en 1687, cuando tenía ochenta y cinco años:

«...habiendo ranchado en cayo Francés que está en medio de la bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando una mañana la mar calma salieron de dicho cayo Francés antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo de Hoyos y este declarante, embarcados en una canoa para la dicha salina, y apartados de dicho cayo Francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios "parece una niña", y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima con un Niño Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: "Yo soy la Virgen de la Caridad", y siendo sus vestiduras de ropaje, se admiraron que no estaban mojadas. Y en esto, llenos de alegría, cogieron sólo tres tercios de sal y se vinieron para el Hato de Barajagua...»

El administrador del término Real de Minas de Cobre, Don Francisco Sánchez de Moya, ordenó levantar una ermita para colocar la imagen y estableció a Rodrigo de Hoyos como capellán.

Una noche Rodrigo fue a visitar a la Virgen y notó que no estaba allí. Se organizó una búsqueda sin éxito. A la mañana siguiente, y para la sorpresa de todos, la Virgen estaba de nuevo en su altar, sin que se pudiera explicar, ya que la puerta de la ermita había permanecido cerrada toda la noche.

El hecho se repitió dos o tres veces más hasta que los de Barajagua pensaron que la Virgen quería cambiar de lugar. Así se trasladó en procesión, con gran pena para ellos, al Templo Parroquial del Cobre. La Virgen fue recibida con repique de campanas y gran alegría en su nueva casa, donde la situaron sobre el altar mayor. Así llegó a conocerse como la Virgen de la Caridad del Cobre.

En el Cobre se repitió la desaparición de la Virgen. Pensaron entonces que ella quería estar sobre las montañas de la Sierra Maestra. Esto se confirmó cuando una niña llamada Apolonia subió hasta el cerro de las minas de cobre donde trabajaba su madre. La niña iba persiguiendo mariposas y recogiendo flores cuando, sobre la cima de una de las montañas vio a la Virgen de la Caridad.

La noticia de la pequeña Apolonia causó gran revuelo. Unos creían, otros no, pero la niña se mantuvo firme en su testimonio. Allí llevaron a la Virgen.

Desde la aparición de la imagen, la devoción a la Virgen de la Caridad se propagó con asombrosa rapidez por toda la isla a pesar de las difíciles comunicaciones.

Fue en el Cobre, en 1801, que los mineros, alentados por el Padre Alejandro Ascanio, obtienen la libertad por Real Cédula del 7 de abril.

Con los años se adquirió un recinto mayor para construir un nuevo santuario que pudiese acoger al creciente número de peregrinos, haciéndose la inauguración, con el traslado de la Virgen el día 8 de Septiembre de 1927.

Durante la guerra de independencia, las tropas se encomendaban a la Virgen de la Caridad. No es que se pueda ver a la Virgen como una aliada en la guerra. Mas bien ella, como madre, sufre y se preocupa de todos, busca la paz entre sus hijos, finalmente cuando los corazones no le permiten otra cosa, busca atenuar los odios y fomentar la reconciliación y el perdón.

Después de la guerra de independencia, los veteranos pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. En documento firmado el día 10 de Mayo de 1916 por el Cardenal Obispo de Hostia, Su Santidad Benedicto XV accedió a la petición, declarando a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona Principal de la República de Cuba y fijando su festividad el 8 de Septiembre.

En 1977, el Papa Pablo VI eleva a la dignidad de Basílica al Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.

Durante los meses de preparación para la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, diez imágenes peregrinas de la Virgen de la Caridad recorrieron las distintas diócesis del país con gran respuesta del pueblo.

El 24 de enero de 1998, en la homilía que Su Santidad Juan Pablo II pronunció durante la celebración eucarística en Santiago de Cuba momentos antes de coronar la venerada imagen, le recordó a los cubanos lo siguiente: «Amados fieles, no olviden nunca los grandes acontecimientos relacionados con su Reina y Madre. Con el dosel del altar familiar, Céspedes confeccionó la bandera cubana y fue a postrarse a los pies de la Virgen antes de iniciar la lucha por la libertad. Los valientes soldados cubanos, los mambises, llevaban sobre su pecho la medalla y la "medida" de su bendita imagen. El primer acto de Cuba libre tuvo lugar cuando en 1898 las tropas del General Calixto García se postraron a los pies de la Virgen de la Caridad en una solemne Misa para la Declaración mambisa de la Independencia del pueblo cubano. Las diversas peregrinaciones que la imagen ha hecho por los pueblos de la Isla, acogiendo los anhelos y esperanzas, los gozos y las penas de todos sus hijos, han sido siempre grandes manifestaciones de fe y de amor». La Virgen de la Caridad fue coronada por S.S. Juan Pablo II como Reina y Patrona de Cuba.

El rostro de la imagen es de barro cocido, recubierto de una pulida capa de fino polvo blanco, posiblemente pasta de arroz, y su tez ha sido pintada de color moreno; es interesante notar que su color original tendía más al rojizo indio, pero en la última restauración se prefirió conservar en su tez el color mestizo moreno al que sus fieles están acostumbrados. La profunda renovación de la imagen realizada hace pocos años sacó a la luz los finos rasgos que innumerables capas de pintura habían desfigurado. Una nariz bien formada y un rostro de hermosas proporciones con grandes y amorosos ojos, comunican una dulce nobleza e invitan a la confianza y a la oración. La Virgen de la Caridad del Cobre mide aproximadamente unos 84 centímetros. La imagen se apoya en una brillante media luna, cuyas puntas inclinadas hacia abajo, enmarcan la nube de plata en la que se asoman tres querubines de alas doradas.

El Niño que la imagen nos muestra a su izquierda, levanta una de las manos en actitud de bendición, y en la otra sostiene un globo terráqueo de oro rematado en pedrería. Arropa la imagen un pesado manto, que le confiere una forma triangular típica.

Sus vestiduras originales eran blancas, sin embargo la imagen posee trajes color de oro o de plata, regalo de sus hijos agradecidos. Por ser Nuestra Señora de la Caridad un símbolo importante de la nacionalidad cubana, las imágenes populares acostumbran a representarla vestida con túnica blanca, manto azul y con el niño vestido de rojo; colores de la bandera cubana.

El traje que viste en la actualidad, copia de otro antiguo, es de grueso lamé bordado en hilos de oro; en su falda ostenta el escudo nacional de la República de Cuba.

Virgen del Carmen. CHILE.

Patrona de Chile, su festividad se celebra el último domingo de setiembre.

Para entender el origen del Santuario de Maipú, tenemos que remontarnos a los comienzos de la evangelización de América Latina, ya que allí están las raíces de la devoción mariana y en concreto de la Virgen del Carmen.

El primer conquistador español, don Pedro de Valdivia, traía en el arnés de su caballo la primera imagen de la Virgen que llegó a esta tierra. (Esta imagen se venera hoy en la Iglesia del convento de San Francisco en Santiago). Desde ese momento, Chile comenzó a ser un país mariano. La devoción a la Virgen del Carmen tiene sus primeras manifestaciones conocidas ya a mediados del siglo XVI, cuando es construida la Iglesia de "La Tirana" en el norte del país, hoy convertida en un santuario mariano centro de una de las manifestaciones de religiosidad popular más típicas del país: los bailes religiosos.

En 1643 se funda la primera Cofradía del Carmen en el país, en la iglesia de los Agustinos en Concepción. En 1662 es fundada la primera parroquia del Carmen, en Ñuñoa, en la cercanía de Santiago. Allí se atiende especialmente a los indios Guarpes, traídos desde Mendoza, donde también han conocido la misma imagen de Nuestra Señora del Carmen.

En 1690 se funda el Monasterio del Carmen Alto, primer convento de religiosas carmelitas, construido como reparación por la profanación al Santísimo Sacramento efectuada por el saqueo de las ciudades de La Serena y Coquimbo realizado por el pirata Sharpa en 1680.

La imagen de la Virgen del Carmen que se venera en Maipú fue mandada a hacer en Quito en 1785 por don Marín de Lecuna, y venerada en los primeros tiempos en su chacra de San Martín de Ñuñoa, desde donde era llevada todos los años en procesión a la iglesia de San Agustín en Santiago con motivo de la novena del Carmen, devoción en la que participaban las familias de los libertadores y las principales familias de Santiago, lo que nos permite deducir que la devoción de O'Higgins a la Virgen del Carmen estaba también vinculada a la imagen que se venera en Maipú.

En la Independencia, el 5 de enero de 1817, el General San Martín jura en Mendoza a la Virgen del Carmen como Patrona del Ejército Libertador de los Andes y le entrega su bastón de mando y le pide proteger a esos hombres.

El 12 de noviembre de 1817 las hermanas Pineda bordan a pedido de O'Higgins la Bandera Nacional, no cobran nada por su trabajo «en honor de la Patrona del Ejército» la que está simbolizada en la estrella blanca sobre el cielo azul.

El 11 de febrero de 1818, víspera de la batalla de Chacabuco, don Bernardo O'Higgins y sus soldados reiteran el juramento de Mendoza y se encomiendan a la Virgen del Carmen. Y el 14 de marzo de ese año, el pueblo de Santiago y sus autoridades civiles y religiosas, reunidas en la Catedral de Santiago, santifican el juramento y hacen voto de construir un templo a la Virgen del Carmen. «En el mismo sitio donde se dé la batalla y se obtenga la victoria, se levantará un Santuario a la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de los Ejércitos de Chile y los cimientos serán colocados por los mismos magistrados que formulan este voto y en el mismo lugar de su misericordia que será de su gloria». (Gazeta de Santiago de Chile, 36: 14 de marzo de 1818).

El 5 de abril de ese año, se da la batalla decisiva en los llanos de Maipú. El General San Martín da ánimos a su ejército gritando: «Nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Carmen nos dará la victoria y aquí mismo le levantaremos la iglesia prometida para conmemorar ese triunfo».

En los días siguientes se sepultaban juntos vencedores y vencidos en el lugar donde se levantaría el templo prometido, y el 7 de mayo, el Director Supremo de la Nación emite un decreto ordenando la iniciación de la construcción para cumplir el voto.

En agosto del mismo año, don José de San Martín se presentó nuevamente en el templo de Mendoza para dejar en la mano de la Virgen, su bastón de mando.

En una carta se expresa así:

«La decidida protección que ha prestado al ejercito de los Andes su Patrona y Generala Nuestra Madre y Señora del Carmen, son demasiado visibles. Un cristiano reconocimiento me estimula a presentar a dicha Señora, que se venera en el convento que rige Vuestra Maternidad, el adjunto bastón como propiedad suya y como testimonio del mando supremo que tiene sobre dicho Ejercito. Dios guarde a Vuestra Maternidad muchos años».

José de San Martín Mendoza,

Agosto 12 de 1818

La imagen de la Virgen a quien San Martín dio su bastón y proclamó Patrona del ejercito de los Andes se encuentra en Mendoza (Argentina) y ha sobrevivido al terremoto de 1861 que destruyó casi toda la ciudad, y aunque después de la catástrofe se dudaba sobre su autenticidad, declaraciones juramentadas expresaron que era la misma que habían conocido antes del terremoto. Nuestra Señora del Carmen de Cuyo, fue coronada en solemne procesión el 8 de septiembre de 1911.

El 14 de noviembre de 1818, el mismo don Bernardo O'Higgins coloca la primera piedra del templo que fue bendecido el 5 de abril de 1892. En 1923 la Santa Sede, a petición del Episcopado Chileno nombró a la Virgen del Carmen como Patrona Principal de todo el pueblo de Chile, ya que antes lo era sólo del ejercito y la armada chilena.

Dos son las imágenes del Carmen que los chilenos veneran con especial cariño; la del Santuario Nacional de Maipú tallada en Quito en 1785 y la de la Basílica del Salvador en Santiago de Chile, de factura francesa del siglo XIX, la cual fue coronada solemnemente en 1926.

El deseo de dar un cumplimiento más digno al voto de O'Higgins y del país, hace que los obispos reunidos del 5 al 8 de diciembre de 1942 en un Congreso Mariano Nacional tomen como decisión construir un nuevo templo que sea monumento digno de la Independencia Nacional y de sus héroes. Es así como el 30 de abril de 1943, Monseñor Caro, Arzobispo de Santiago, dicta un decreto ordenando la construcción del nuevo templo, y el 16 de julio de 1944 es colocada la primera piedra.

El 2 de agosto de 1945, doña Rosalía Mujica de Gutiérrez, descendiente del primer propietario de la imagen histórica, la dona para el santuario que ha comenzado a construirse, y desde 1948 a 1956, ésta recorre todo el país como Virgen Peregrina, siendo triunfalmente acogida en todos los lugares.

Nuestra Señora del Quinche. ECUADOR.

Patrona de Ecuador, su festividad se celebra el 21 de noviembre.

El pintoresco pueblecito del Quinche se asienta en el noroeste de la ciudad de Quito en las faldas de la cordillera occidental, en un suave declive que se eleva desde el río Guayllabamba hasta los primeros contrafuertes de dicha cordillera.

Erigido en 1596 el santuario de Guápulo, los indígenas de Lumbicí, lugar perteneciente al pueblo de Cumbayá, pidieron una copia, lo más exacta posible, de la bellísima y afamada imagen de Nuestra Señora de Guápulo. Entonces, don Diego de Robles, quien esculpió esta preciosa imagen, trabajó con el cedro y otros maderos que le sobraron de la primera.

Los indios de Lumbicí, no pudieron pagar a Robles el precio convenido, por eso el escultor se llevó la imagen y la dio al pueblo de Oyacachi a cambio de unos tablones de fino cedro que éste necesitaba para sus trabajos. Desde entonces, este pueblito situado en la falda superior de la cordillera oriental sobre el río Guayllabamba, se empezó a volver muy popular.

Los indígenas, vistieron la imagen según la costumbre española y la acomodaron en la hendidura de una peña. Apenas la efigie ocupó el lugar, bandadas de cantoras avecillas revoloteaban constantemente entorno a ella alegrando todo el lugar con sus trinos. Y cuando al descender la noche se retiraban los pajarillos, un resplandor hermoso circundaba la imagen de María.

Pronto la Virgen de Oyacachi llegó a ser famosa en toda la comarca. Numerosas romerías de los pueblos vecinos comenzaron a frecuentar este sitio, antes desconocido.

Por este motivo, los indios se vieron en la necesidad de construir una capilla o una pequeña iglesia para colocar en ella la imagen de la Virgen. Entonces comenzaron otros prodigios que comprobaban el deseo de la Virgen que se erigiese un santuario.

Don Diego Robles regresó un día a Oyacachi. Los indios se regocijaron y le pidieron que se quedara unos días entre ellos, para construir en madera un altarcito para la Santísima Virgen. Robles se negó y emprendió el viaje de regreso a Quito.

En un momento, al pasar por el puente de un caudaloso río, el caballo dio un salto y lo lanzó fuera de la silla. Robles iba a caer en lo más hondo de las aguas. De pronto, uno de sus pies se enredó entre los maderos del puente. Al verse a punto de perecer, clamó a la Virgen de Oyacachi. En ese instante atravesaban el puente dos caminantes que, movidos por piedad y compasión, se acercaron al desventurado Robles y le sacaron del peligro.

Cuando el artista quiso darles las gracias, ellos ya habían desaparecido. El escultor comprendió que fue una gracia del cielo. Por eso decidió volver a Oyacachi y allí construyó el altarcito de la Virgen.

En 1604, el Obispo del lugar ordenó el traslado de la imagen de Oyacachi al pueblo del Quinche, más cimentado en la vida cristiana, y fue puesta en la iglesia parroquial, convertida en su nuevo santuario.

Sin embargo, pronto tuvieron que pensar en la construcción de un templo más grande. En 1630 la sagrada imagen fue trasladada a su nuevo santuario. Con el tiempo la construcción sufrió varias modificaciones. Después del terremoto de 1869 el templo fue reconstruido.

La última construcción del templo se remonta al año de 1905 y su consagración al año 1928. La imagen fue coronada canónicamente en 1943 y su fiesta se celebra el 21 de noviembre. En 1985, Roma declaró al Quinche Santuario Nacional del Ecuador.

La imagen, que es una fina talla en madera de cedro de unos 62 cm. de alto, está revestida por un amplio y lujoso ropaje de brocado cubierto de gemas, y bordado con hilos de oro y plata que sólo dejan ver su rostro moreno y apacible. La Virgen lleva un cetro en la mano derecha y con la izquierda sostiene el Niño en actitud de bendecir, mientras sostiene una esfera de oro coronada por una cruz.

A los pies de la imagen, la peana y la gran media luna, ambas de plata pura, y las pesadas coronas imperiales de oro y piedras preciosas manifiestan la generosidad del pueblo ecuatoriano que gusta ver a su patrona resplandeciente, vestida siempre con las mejores galas.

El rostro de Jesús evoca las facciones de los niños mestizos de aquellas sierras. Mestizo es el color de la Madre, síntesis del alma del inca y del español. Su fina nariz está enmarcada por un delicado rostro ovalado de labios delgados y boca pequeña; sus ojos achinados y su mirada triste con los párpados entrecerrados o caídos le confieren una dulzura única. Por eso esta advocación es tan popular en Ecuador, especialmente entre los indios que llaman con afecto "La Pequeñita" a su protectora del cielo.

Inmaculada Concepción. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA.

Patrona de los Estados Unidos de América, su festividad se celebra el 8 de diciembre.

En 1846 los Obispos de los Estados Unidos de América pidieron a la Santa Sede que la Bendita Virgen María bajo el título de la Inmaculada Concepción se convierta en la Patrona de los Estados Unidos. Cuando el primer obispo católico de los Estados Unidos, John Carroll, puso a la joven nación bajo la protección de María, predijo la fe y devoción de sus católicos durante las siguientes generaciones. Cada piedra y matiz del Santuario proclama la relación de esta nación con María, un lazo espiritual formalizado en 1847 con la proclamación del Papa Pío IX de María como la "Patrona de los Estados Unidos" bajo el título de su Inmaculada Concepción. Así, Nuestra Señora fue Patrona de los Estados Unidos ocho años antes de que se declarara el dogma de la Inmaculada Concepción en 1854 por el Papa Pío IX y doce años antes de que Nuestra Señora se aparezca a Bernadette en Lourdes en febrero de 1858.

El Obispo Thomas J. Shahan, fue el cuarto rector de la Universidad Católica de América y fundador del Santuario Nacional y durante los primeros años del siglo XX, propuso construir un santuario nacional en Washington para honrar a María. Durante una audiencia con el Papa el 15 de agosto de 1913, el Obispo Shanan recibió el apoyo entusiasta del Santo Padre y además una contribución personal de $400.

El Obispo Shanan regresó a casa y persuadió al Consejo de Decanos de la Universidad Católica para que donara tierras en la esquina sudoeste del campus para el Santuario. Luego consiguió la ayuda de grupos católicos de todo el país para recolectar fondos para la construcción de la iglesia.

El Obispo Shanan publicó la primera edición de Salve Regina en enero de 1914, un boletín que sirvió para fomentar el entusiasmo nacional por el Santuario. Mediante éste, el obispo Shanan promovió su visión de establecer un Santuario Nacional en la ciudad capital. La edición inicial se refirió a éste como «un monumento de amor y gratitud, un gran himno de piedra, tan perfecto como el arte del hombre lo permita y tan santo como las intenciones de quienes lo construyan podían desear que fuese».

La pasión del obispo por establecer un majestuoso «himno de piedra» rápidamente se tornó contagiosa. A medida que llegaban las cartas de apoyo, el Obispo Shanan buscó la ayuda de un sacerdote de Filadelfia, el Padre Bernard McKenna, para llevar a cabo la tarea. El Padre McKenna fue nombrado primer director del Santuario Nacional en 1915 haciendo que el sueño de un símbolo de la devoción Católica a María diera un paso hacia la realidad.

El Cardenal James Gibbons, Arzobispo de Baltimore, bendijo la primera piedra el 23 de setiembre de 1920 durante la segunda reunión anual de la jerarquía eclesial estadounidense en Washington. Más de 10,000 fieles asistieron a la misa, incluyendo embajadores extranjeros, funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, autoridades militares y otros dignatarios, siete años después de que la Universidad Católica de América donara el lugar.

La Iglesia Cripta en el piso más bajo se terminó de construir en 1926. La Iglesia Cripta está diseñada para recordar a los devotos las catacumbas de los antiguos cristianos y el efecto es impresionante. Parece un lugar pequeño, íntimo, pero tiene 200 pies de largo, 160 pies de ancho y puede acoger a más de 400 personas sentadas. El techo, que soporta el piso y el altar principal de la Iglesia Superior, fue construido por la compañía Guastavino, y fue diseñado para sostener un peso de casi un millón de libras. El frente tiene azulejos de Guastavino y está decorado con azulejos cerámicos incrustados, diseñados por Mary Chase Perry Straton de la Alfarería Pewabic de Detroit, Michigan. El techo está decorado con numerosos medallones de cerámica que retratan a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las estaciones de la cruz ubicadas alrededor de los lados de la Iglesia de la Cripta son ejemplos increíbles del trabajo en azulejos de sorprendente belleza. Los azulejos de los lados de los arcos están cubiertos de símbolos de las catacumbas de la antigua Roma.

A pesar de que la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial interrumpieron temporalmente la construcción del Santuario sobre el nivel de la Iglesia Cripta, el espíritu de los católicos americanos no pudo ser desbaratado. Al finalizar la guerra, el Arzobispo de Washington, Patrick O´Boyle se unió al Arzobispo John Noll de Fort Wayne, Indiana para revivir el proyecto. Los Obispos de la Nación ofrecieron su apoyo en 1953 para asegurar los fondos requeridos para la culminación de la Gran Iglesia Superior. Los católicos de cada parroquia de los Estados Unidos respondieron sorprendentemente a este llamado permitiendo que se reanude la construcción durante el Año Mariano de 1954.

El 20 de noviembre de 1959, miles de católicos se reunieron con sus Obispos para la dedicación de la Gran Iglesia Superior. Celebraron los humildes inicios del gran Santuario y se regocijaron profundamente por la importancia que el Santuario tendría en la Iglesia de los Estados Unidos.

La Gran Iglesia Superior está llena de mosaicos masivos. El mosaico central de Cristo en Majestad es el mosaico más grande de Cristo en el mundo, hecho en vidrio teñido de tesela. Fue realizado en 1959 por Jan Henryk De Rosen, uno de los más grandes artistas en mosaicos en el mundo en esa época.

El exterior de la Gran Cúpula de la Cruz del Santuario Nacional tiene símbolos tradicionales de María hechos en mosaicos policromados. Esta cúpula fue la última realizada por la compañía Guastavino, antes de que la empresa cerrara en los años 1950.

En el piso principal (La Gran Iglesia Superior) se encuentra la Casa de la Exhibición de sus Santidades, con la tiara de la coronación del Papa Pablo VI y la estola del Papa Juan XXIII. También hay una exhibición de los santos americanos tales como Santa Elizabeth Ann Seton.

El Papa Juan Pablo II durante su visita a la Basílica del Santuario Nacional el 7 de octubre de 1979 dijo: «Este Santuario nos habla con la voz de toda América, con la voz de todos los hijos e hijas de América, que vinieron aquí de varios países del mundo... que se reunieron alrededor del corazón de una Madre que todos tenían en común». Al Santuario se le dio el título de Basílica en 1990.

El Mosaico de la Inmaculada Concepción que se encuentra en el Santuario es una reproducción de un trabajo del siglo XVII realizado por el pintor español Murillo. Fue un regalo al Santuario Nacional de los Papas Benedicto XV y Pío XI. Descrito alguna vez como el «corazón» del Santuario, el mosaico fue colocado en la Iglesia Cripta en 1930 y permaneció allí hasta 1967, cuando fue trasladado a su actual ubicación en la Gran Iglesia Superior. Fue elaborado con más de 35,000 piezas de porcelana de color natural que son mezcladas con tanto cuidado que parece una pintura al óleo y tomó tres años culminarlo.

El Santuario se encuentra situado en el área de Brookland del Noreste de Washington, entre el Trinity College y la Universidad Católica de América. El Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, de propiedad de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de Estados Unidos, es también la séptima iglesia más grande de cualquier denominación en el mundo. El Santuario puede acoger hasta 3,000 personas al mismo tiempo. Contiene 32 capillas y 200 vitrales. El Santuario tiene 459 pies de largo, 157 pies de ancho y 329 pies de alto. Es fácil imaginar cómo las paredes, pisos y columnas de mármol agotaron toda una cantera italiana.

La Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción se ha convertido en el hogar espiritual de cientos de miles de peregrinos que vienen acá cada año de todos los estados y de muchas tierras extranjeras. Juntos simbolizan la catolicidad de la Iglesia y su naturaleza universal. Es sinónimo de la historia del catolicismo del siglo XX en los Estados Unidos. Cada una de las más de 60 capillas y oratorios representan parte de la historia de la comunidad multiétnica que comprende la Iglesia universal.

Las numerosas capillas ubicadas a lo largo del Santuario acarrean una sorprendente historia de fe, devoción, luchas y triunfos de la herencia inmigrante de esta nación. También cuenta la historia del surgimiento y evolución de la Iglesia Católica en este país y de los muchos hombres y mujeres que, con mucho sacrificio, aseguraron la propagación de la fe en los Estados Unidos.

Nuestra Señora de la Paz. EL SALVADOR.

Patrona de El Salvador, su festividad se celebra el 21 de noviembre.

Según cuenta la tradición, corría el año de 1682 cuando unos mercaderes encontraron en la villa del Mar del Sur salvadoreño una caja abandonada; tan bien sellada que no pudieron abrirla con sus herramientas. Seguros de que contenía algún objeto valioso, se trasladaron a la ciudad de San Miguel, donde había más posibilidades de abrirla. Ataron la caja a lomo de burra y emprendieron el largo y peligroso camino hasta llegar a la ciudad el 21 de noviembre. Con la intención de asegurar la propiedad del posible tesoro, se dirigieron primero a las autoridades del lugar para dar cuenta del hallazgo; cuando al pasar por delante de la iglesia parroquial, hoy Catedral, la burra se echó en tierra decidida a no moverse de ahí. Sin esfuerzo alguno lograron abrir la caja que contenía una hermosa imagen de Nuestra Señora con el Niño en los brazos.

El origen de la imagen permanece en el misterio y la leyenda, pues nunca se pudo conocer qué destino tenía aquella caja, ni cómo llegó a las playas de El Salvador.

Se cuenta que al arribar la imagen había una cruenta lucha entre los habitantes de la región y al correr la voz del maravilloso hallazgo, todos depusieron las armas e inmediatamente cesaron las hostilidades; también se refiere que la intercesión de la Virgen fue determinante para la pacificación del país, agitado por las luchas entre nonualcos y migueleños en enero de 1833.

Estos últimos fueron derrotados por el coronel Benítez, quien junto a sus tropas entró en la ciudad San Miguel. Queriendo dar testimonio de su benevolencia hacia los migueleños y sustentar la paz sobre una base sólida, mandó sacar del atrio de la iglesia parroquial la venerada imagen de Nuestra Señora de la Paz. Luego de alinear sus tropas en torno a la imagen, se postró ante ésta y colocó su espada a los pies de la Virgen, tomándola por testigo. El coronel Benítez volvió a tomar su espada y después de haberle rendido homenaje a la Virgen la regresó a su Santuario.

Por esto dieron a la imagen el hermoso título de Nuestra Señora de la Paz, cuya fiesta litúrgica se celebra el 21 de noviembre, en recuerdo de su llegada a la ciudad de San Miguel.

La imagen de Nuestra Señora de la Paz es de regular tamaño. Tallada en madera y vestida con ropajes, lleva bordado al frente de la falda de su blanco traje, el escudo nacional de la República del Salvador. La imagen lleva en su mano derecha una palma de oro en recuerdo de la erupción del volcán Chaparrastique, que amenazó con hundir a la ciudad en un mar de lava ardiente. Los atemorizados habitantes de San Miguel colocaron la imagen de Nuestra Señora de la Paz en la puerta principal de la Catedral y en ese mismo momento la fuerte corriente de lava cambió de dirección, apartándose de la ciudad. En el punto exacto donde la lava torció el rumbo hay un pueblo que se llama "Milagro de la Paz". Esto sucedió el 21 de septiembre de 1787 y ese día todos vieron en el azul del cielo que el humo que salía del volcán formaba una palma. Viendo en esto una señal del amparo de la Virgen, el pueblo decidió colocarle en la mano una palma de oro, semejante a la que habían contemplado en el cielo. Benedicto XV concedió la coronación canónica de la imagen, que se efectuó el 21 de noviembre de 1921. El orfebre que confeccionó la corona de la Virgen empleó 650 gramos de oro y muchas piedras preciosas, entre las que resalta una gran esmeralda rodeada de brillantes. El nuevo templo dedicado a Nuestra Señora de la Paz fue terminado en 1953.

Nuestra Señora del Rosario. GUATEMALA.

Patrona de Guatemala, su festividad se celebra el 7 de octubre.

La devoción a María bajo la advocación de la Virgen del Rosario, se remonta al medioevo y cobra fuerza durante el Renacimiento. En Guatemala, con el establecimiento de los dominicos en Ciudad Vieja, Almolonga, se empezó a difundir la tradición del rezo del Rosario.

La primera cofradía del Rosario fue fundada en 1559. Francisco Marroquín, primer obispo consagrado de América, exhortó al pueblo de Santiago, hoy Antigua Guatemala, a «que sería conveniente se erigiese en la iglesia de Santo Domingo la Confraternidad del Rosario, como había en muchos conventos de la Orden, para que ahí se extendiese tan santa devoción».

La fiesta del Rosario a nivel mundial tiene su origen en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. Según los Papas San Pío V y Gregorio XIII, la ayuda de "Nuestra Señora" y la revelación de que mediante el Rosario se ganaría la batalla, fueron la chispa para instituir la fiesta. Siglos atrás, Santo Domingo de Guzmán y la Orden de Predicadores habían difundido la devoción en España, Portugal e Italia.

Fray Lope de Montoya, predicador dominico en Guatemala, mandó esculpir en madera y plata la imagen de la Virgen del Rosario, terminada en diciembre de 1592. No se conoce el nombre del escultor guatemalteco que esculpió tan maravillosa imagen. Según Antonio de Remesal, «era el mejor que existía en su tiempo en Indias, 1619». Su forma original no puede ser apreciada, pues la imagen se presenta a los fieles revestida de elaboradas vestiduras y adornos. Antonio de Fuentes y Guzmán escribiría más tarde: «Tiene dos varas de alto y lleva en sus brazos un niño, como de un mes, dormido, de movimiento tan natural, tan vivo y halagüeño...», también lleva un gran rosario en la mano derecha. La tradición popular dice que la Virgen María salió a recorrer América y el Niño se durmió al llegar a Guatemala, por eso se quedó en la imagen así. La imagen es producto de la orfebrería colonial. Es típicamente barroca y representa a María reina del cielo y tierra, con manto y corona imperial, y con el cetro en sus manos. Completa el cuadro la luna bajo sus pies, símbolo de pureza inmaculada.

La Virgen tiene un hermoso rostro que, según cuentan sus devotos, cambia su color rosado encendido a otro mucho más pálido cuando surge algún conflicto o se aproxima alguna desgracia para la nación.

Fue declarada patrona de Santiago, hoy Antigua Guatemala, en 1651 con ocasión de los temblores que azotaron la ciudad. Luego, en 1717 y 1773, la imagen fue restaurada, debido a los daños ocasionados por los terremotos de Santa Marta. El 1 de enero de 1776, con la instalación de los dominicos en la Nueva Guatemala, hoy la capital del país, la imagen fue trasladada al templo de Santo Domingo en la ciudad de Guatemala, donde se encuentra actualmente. Este templo que fue bendito en 1808, es de estilo neoclásico, aunque con reminiscencias barrocas.

Los caudillos de la independencia la escogieron en 1821 como Patrona, cuando reunidos en los claustros de Belén, bajo las órdenes de Juan de la Concepción, determinaron liberar a su país. Durante el tiempo de la colonia su cofradía fue una de las más grandes de todo el territorio.

La Virgen del Rosario fue solemnemente declarada "Reina de Guatemala" en 1833 y coronada canónicamente por monseñor Luis Durou y Sure el 28 de enero de 1934. La gran ceremonia tuvo lugar en la plaza principal, al frente de la fachada de la Catedral, por autorización del Papa Pío XI. La coronación de la imagen debió hacerse al aire libre pues no se halló ningún templo lo suficientemente grande para albergar a la multitud. La corona que el Arzobispo le colocó sobre la cabeza de la bendita imagen, es una valiosa obra de orfebrería que manifiesta la devoción y el entusiasmo popular de los guatemaltecos. Los artistas que la confeccionaron utilizaron entre otras piedras preciosas, 121 esmeraldas, 44 brillantes, 80 perlas y una rosa de oro.

En 1992, a 400 años de que la imagen fuera terminada, fue nombrada Alcaldesa Perpetua de la Ciudad de Guatemala.

Virgen de Fátima. GUYANA Y SURINAM.

Patrona de Guyana y Surinam, su festividad se celebra el 13 de mayo.

Venerada con fervor en el mundo entero, la Virgen de Fátima oficialmente es la patrona de dos países pequeños de la América del Sur: Guyana y Surinam.

La emocionante historia de su aparición a los tres pastores en la aldea de Leiria, región de Fátima, Portugal, propagó su devoción muy rápidamente por el mundo.

Primero, hubo tres apariciones de un ángel que se identificó como el Ángel de la Paz, y preparo a los niños para las grandes revelaciones. El 13 de Mayo de 1917, en un día claro, los tres niños, Lucia, Jacinto y Francisca, estaban pastoreando en las colinas, cuando sobre un pequeño roble, surge una luminosidad después de un relámpago, y una figura «de una Señora vestida de blanco, más brillante que el sol, reluciendo más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesado por los rayos de sol más ardientes».

Ella se dirige a los niños y les pide que recen el rosario todos los días por la paz del mundo, que pidan por la conversión de los pecadores, y por el fin de la guerra. Las apariciones continúan, y la Virgen siempre repite que se ore por la paz y por la conversión de los pecadores y que se rece el rosario diariamente.

Con el pasar de los días el pueblo acudió al lugar y presenció la aparición de una nube blanca sobre el roble, mientras los niños rezaban el rosario, Lucia conversaba en voz alta. La Virgen regresó muchas veces, hablo mucho, y reveló terribles acontecimientos, que podrían acontecer si el pueblo no se convirtiese y rezase el rosario.

Estas profecías realmente se concretizaron: la desintegración del comunismo, las aberraciones morales de nuestra época. La última profecía, cercada de misterio por tantos años, fue revelada recientemente por el Papa Juan Pablo II, que se refiere al atentado que él mismo sufrió en 1980. Hoy en día, el nombre Fátima es sinónimo de la Virgen, en muchos lugares. Talvez es el lugar que tiene más peregrinaciones en el mundo, después de la Tierra Santa. En Fátima los milagros ocurren. Y siempre con la misma intensidad del tiempo de Lucia, Jacinto y Francisco.

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. HAÍTI.

Patrona de Haití, su festividad se celebra el 27 de junio.

El icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es anterior al descubrimiento de América.

Teniendo esta advocación mariana como patrona de su congregación, los Padres Redentoristas la llevaron a sus misiones en Haití. Allí se le edificó un santuario en Béle-Aire, cerca de Puerto Principe.

En 1883 una terrible epidemia de viruela azotaba el país. Los devotos acudieron a la Virgen del Perpetuo Socorro y le hicieron una novena. La epidemia cesó milagrosamente y se decidió nombrarla patrona del país.

En 1993 se celebró con gran regocijo el centenario del milagro y del nombramiento de la Virgen como patrona de Haíti. El Papa Juan Pablo II visitó Haití para esta celebración y puso al país bajo el amparo de la Virgen del Perpetuo Socorro.

En el cuadro, El Niño Jesús observa dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte.

La Historia del cuadro

En el siglo XV vivió en la isla de Creta, en el Mar Mediterráneo, un acaudalado comerciante. Era un hombre muy piadoso y devoto de la Virgen María. Tenía una bella pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

El cuadro, pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad.

Cómo habrá llegado a sus manos dicha pintura, no se sabe. El mercader estaba resuelto a impedir que el cuadro se destruyera como tantos otros que ya habían corrido con esa suerte. El mercader decidió llevar la pintura a Italia. En plena travesía se desató una violenta tormenta y todos a bordo esperaban lo peor. El comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, y pidió socorro. La Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro. El mar se calmó, y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma.

Pasado un tiempo, el mercader se enfermó de gravedad. Al sentir que sus días estaban contados, llamó a un amigo a su lecho y le rogó que le prometiera que, después de su muerte, colocaría la pintura de la Virgen en una iglesia digna o ilustre para que fuera venerada públicamente. El amigo accedió a la promesa.

A pesar de que él había querido complacer a su amigo moribundo, no cumplió la promesa. Su esposa, que se había encariñado mucho con la pintura, lo persuadió para que la mantuvieran a salvo bajo el techo de su casa.

Nuestra Señora se le apareció al hombre en tres ocasiones, diciéndole que debía poner la pintura en una iglesia, de lo contrario, algo terrible sucedería. El hombre discutió con su esposa para cumplir con la Virgen, pero ella se burló de él, diciéndole que era un visionario.

El hombre temió disgustar a su esposa, por lo que las cosas quedaron igual. Nuestra Señora, por fin, se le volvió a aparecer y le dijo que, para que su pintura saliera de esa casa, él tendría que irse primero. De repente el hombre se puso gravemente enfermo y en pocos días murió.

La esposa del hombre estaba muy apegada a la pintura y trató de convencerse a sí misma de que estaría más protegida en su propia casa. Así, día a día, fue aplazando el deshacerse de la pintura. Un día, su hijita de seis años vino hacia ella apresurada con la noticia de que una hermosa y resplandeciente Señora se le había aparecido mientras estaba mirando la pintura. La Señora le había dicho que le dijera a su madre y a su abuelo que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro deseaba ser puesta en una iglesia; y, que si no, todos los de la casa morirían.

La mamá de la niñita estaba espantada y prometió obedecer a la Señora. Una amiga, que vivía cerca, oyó lo de la aparición. Fue entonces a ver a la señora y ridiculizó todo lo ocurrido. Trató de persuadir a su amiga de que se quedara con el cuadro, diciéndole que si fuera ella, no haría caso a los sueños y visiones. Apenas había terminado de hablar, cuando comenzó a sentir unos dolores tan terribles, que creyó que se iba a morir. Llena de dolor, comenzó a invocar a Nuestra Señora para que la perdonara y la ayudara. La Virgen escuchó su oración. La vecina tocó la pintura, con corazón contrito, y fue sanada instantáneamente. Entonces procedió a suplicarle a la viuda para que obedeciera a Nuestra Señora de una vez por todas.

Se encontraba la viuda preguntándose en qué iglesia debería poner la pintura, cuando el cielo mismo le respondió. Volvió a aparecérsele la Virgen a la niña y le dijo que le dijera a su madre que quería que la pintura fuera colocada en la iglesia que queda entre la basílica de Santa María la Mayor y la de San Juan de Letrán. Esa iglesia era la de San Mateo, el Apóstol.

La señora se apresuró a entrevistarse con el superior de los Agustinos quienes eran los encargados de la iglesia. Ella le informó acerca de todas las circunstancias relacionadas con el cuadro. La pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499. En el camino de la residencia de la viuda hacia la iglesia, un hombre tocó la pintura y le fue devuelto el uso de un brazo que tenía paralizado. Colgaron la pintura sobre el altar mayor de la iglesia, en donde permaneció casi trescientos años. Amada y venerada por todos los de Roma como una pintura verdaderamente milagrosa, sirvió como medio de incontables milagros, curaciones y gracias necesarias.

En 1798, Napoleón y su ejército francés tomaron la ciudad de Roma. Sus atropellos fueron incontables y su soberbia, satánica. Exilió al Papa Pío VII y, con el pretexto de fortalecer las defensas de Roma, destruyó treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo, la cual quedó completamente arrasada. La pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro desapareció. Junto con la iglesia, se perdieron muchas reliquias e imágenes venerables.

Uno de los Padres Agustinos, justo a tiempo, había logrado llevarse el cuadro en secreto. Cuando el Papa, que había sido prisionero de Napoleón, regresó a Roma, le dio a los agustinos el monasterio de San Eusebio y más adelante la casa y la iglesia de Santa María, en Posterula. Una pintura famosa de Nuestra Señora de la Gracia estaba ya colocada en la iglesia de Santa María, en Posterula, por lo que la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue puesta en la capilla privada de los Padres Agustinos, en Posterula. Allí permaneció sesenta y cuatro años, casi olvidada.

Mientras tanto, a instancias del Papa, el Superior General de los Redentoristas, estableció su sede principal en Roma. Compraron tierra y construyeron un monasterio y la iglesia de San Alfonso. Uno de los Padres, el historiador de la casa, realizó un estudio especial acerca del sector de Roma en que vivían. En sus investigaciones, se encontró con múltiples referencias de la vieja Iglesia de San Mateo y la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Un día decidió contarle a sus hermanos sacerdotes sobre sus investigaciones: La iglesia actual de San Alfonso estaba construida sobre las ruinas de la de San Mateo en la que, durante siglos, había sido venerada, públicamente, una pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Entre los que escuchaban, se encontraba el Padre Michael Marchi, el cual se acordó de haber servido muchas veces en la Misa de la capilla de los Agustinos de Posterula, cuando era niño. Ahí en la capilla, había visto la pintura milagrosa. Un viejo hermano lego, que había vivido en San Mateo, y a quien había visitado a menudo, le había contado muchas veces relatos acerca de los milagros de Nuestra Señora, y siempre solía añadir: «Ten presente, Michael, que Nuestra Señora de San Mateo es la de la capilla privada. No lo olvides». El Padre Michael les relató todo lo que había oído de aquel hermano lego.

Por medio de este incidente, los Redentoristas supieron de la existencia de la pintura, no obstante, ignoraban su historia, así como ignoraban el deseo expreso de la Virgen de que fuera honrada públicamente en un lugar especial.

Ese mismo año, a través del sermón inspirado de un Jesuita acerca de la antigua pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, conocieron ellos la historia de la pintura y del deseo de la Virgen: que el cuadro fuera venerado entre la Iglesia de Santa María la Mayor y la de San Juan de Letrán. El Jesuita había lamentado el hecho de que el cuadro, que había sido tan famoso por milagros y curaciones, hubiera desaparecido, sin revelar ninguna señal sobrenatural durante los últimos sesenta años. A él le pareció que se debía a que ya no estaba expuesto públicamente para ser venerado por los fieles. Les imploró a sus oyentes que, si alguno sabía dónde se hallaba la pintura, le informaran al poseedor lo que deseaba la Virgen.

Los Padres Redentoristas soñaban con ver que el milagroso cuadro fuera nuevamente expuesto a la veneración pública y que, de ser posible, sucediera en su propia Iglesia de San Alfonso. Así que instaron a su Superior General para que tratara de conseguir el famoso cuadro para su Iglesia. Después de un tiempo de reflexión, decidió solicitarle la pintura al Santo Padre, el Papa Pío IX. Le narró la historia del cuadro y sometió su petición.

El Santo Padre escuchó con atención. Él amaba dulcemente a la Santísima Virgen y le alegraba que fuera honrada. Sacó su pluma y escribió su deseo de que el cuadro milagroso de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera devuelto a la Iglesia entre Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. También encargó a los Redentoristas de que hicieran que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera conocida en todas partes.

Ninguno de los Agustinos de ese tiempo habían conocido la Iglesia de San Mateo. Algunos habían olvidado los orígenes del cuadro de su capilla; otros no la conocían en lo absoluto. Una vez que supieron la historia y el deseo del Santo Padre, gustosos complacieron a Nuestra Señora. Habían sido sus custodios, y ahora se la devolverían al mundo bajo la tutela de otros custodios.

A petición del Santo Padre, los Redentoristas obsequiaron a los Agustinos una linda pintura que serviría para reemplazar la milagrosa.

El cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue llevado en procesión solemne a lo largo de las vistosas y alegres calles de Roma antes de ser colocado sobre el altar, construido especialmente para su veneración en la Iglesia de San Alfonso. La dicha del pueblo romano era evidente. El entusiasmo de las veinte mil personas que se agolparon en las calles llenas de flores para la procesión dio testimonio de la profunda devoción hacia la Madre de Dios.

A toda hora del día, se podía ver un número de personas de toda clase delante de la pintura, implorándole a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que escuchara sus oraciones y que les alcanzara misericordia. Se reportaron diariamente muchos milagros y gracias.

Hoy en día, la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha difundido por todo el mundo. Se han construido iglesias y santuarios en su honor, y se han establecido archicofradías. Su retrato es conocido y amado en todas partes.

Nuestra Señora de Suyapa. HONDURAS.

Patrona de Honduras, su festividad se celebra el 3 de febrero.

Hacia el Sudeste de la ciudad de Tegucigalpa, a unos ocho kilómetros de dicha capital, se encuentra la aldea de Suyapa, derivación del nombre indígena "coyapa", que significa "en el agua de las palmeras".

En 1590, recién fundada la población del Real de Minas de San Miguel de Tegucigalpa, que es hoy la capital de Honduras, Carlos Ferrufino se presentó ante don Francisco Romero, lugarteniente del gobernador de la provincia de Honduras, y le pidió que, en nombre de Su Majestad, se le otorgasen unas tierras para cultivo y ganado, en un terreno llamado antiguamente "Supelecapa", y hoy, "Hato de Enmedio", contiguo a la finca "El Trapiche", en donde se encuentra enclavada la aldea de Suyapa desde su establecimiento.

Don Rafael Moreno Guillén, escribe: «La señora Isabel Colindres era vecina de Suyapa y madre de numerosa familia. Despachaba a trabajar a sus hijos en las tierras de las montañas del Piligüín, en donde preparaban extensas milpas. Un día bajaban de su trabajo dos hijos de la señora Colindres, sorprendiéndoles la noche a media jornada, por lo que dispusieron pernoctar en un lugar que se llama "Quebrada de Pilingüín" y que, a la sazón, no tenía agua. La noche era muy oscura y los jóvenes se acomodaron para dormir mientras llegaban los primeros rayos del alba. Uno de los jóvenes labradores sintió que un pequeño objeto le molestaba el costado por donde descansaba y, creyendo que era algún fragmento de raíz o alguna piedrecilla, lo tiró lejos de sí. Tan pronto como intentó dormirse sintió otra vez el mismo estorbo y, palpándolo, advirtió que era el mismo objeto que hacía poco había repudiado, por lo que se conformó con echarlo en su mochila. Al despuntar la aurora, los jóvenes prosiguieron camino a casa de su madre. ¡Y cuál no sería el asombro de todos ellos al ver que el inoportuno objeto era una pequeña escultura en madera de la Santísima Virgen María! Isabel Colindres, requerida por la Curia Eclesiástica de Comayagua (antigua capital de Honduras y sede del obispado) hizo una declaración jurada de ese hecho, a mediados de 1796. En la casa de los Colindres comenzó este hermoso culto: primero se colocó la imagen de la Virgen en una mesa, rodeándola de flores, después, se la trasladó a un camarín, donde fue venerada por más de 20 años».

La imagen de Nuestra Señora de Suyapa es una pequeña escultura hecha de madera de cedro, que mide seis centímetros y medio de alto. Su talla es antigua y parece que fue trabajada por algún aficionado devoto de la Virgen. De tez morena, su rostro es agraciado, oval, de mejillas redondas; fina y recta nariz, y la boca pequeña; en los ojos, se adivina algo de la raza indígena. Tocada la augusta cabecita con una corona, la cabellera lacia le cae, partida en dos, a ambos lados de la frente, hasta los hombros. Las manos diminutas, sin entrelazarse, se juntan suavemente sobre el pecho, en actitud de oración. El ropaje pintado en la propia efigie es una túnica de color rosado, que apenas asoma por el pecho, pues está cubierta con un manto oscuro adornado con estrellas doradas. Circundan toda la imagen unos rayos de plata sobredorada, engastados en piedras, que se cierran en forma de número ocho, y en el extremo de los rayos superiores, doce estrellas nimban la cabeza de la imagen.

El 28 de noviembre de 1777, el Cabildo Eclesiástico de Comayagua dio licencia a don José de Zelaya, «para labrar y edificar en su hacienda, sita en el valle de Suyapa, una capilla para celebrar en ella la Santa Misa». La bendición de esta ermita, y la primera misa, se efectuaron en 1780, año en que fue edificada.

En 1925 Pío XII la declaró a Nuestra Señora de Suyapa Patrona de la República de Honduras y se escogió el 3 de febrero como el día de su fiesta.

En el año 1954, un año esencialmente mariano, el tercer Arzobispo de Tegucigalpa, Monseñor José de la Cruz Turcios y Barahona, puso la primera piedra del que llegaría a ser uno de los santuarios más grandes de Centro América, y que espera su futura constitución como Santuario y Basílica Nacional.

El actual Santuario de Suyapa tiene 93 metros de longitud, 43 metros de altura en sus torres y 46 metros en la cúpula. El diámetro de ésta es de 11.50 metros. Y la anchura de la nave central es de 13.50 metros.

Como dijo muy bien el Papa Juan Pablo II en la Eucaristía que celebró en Suyapa, el 8 de marzo de 1983: «Un mismo nombre, María, modulado con diversas advocaciones, invocado con las mismas oraciones, pronunciado con idéntico amor... Aquí, el nombre de la Virgen de Suyapa tiene sabor de misericordia por parte de María y de reconocimiento de sus favores por parte del pueblo».

Nuestra Señora de Guadalupe. MÉXICO.

Patrona de México y Emperatriz de América, su festividad se celebra el 12 de diciembre.

Historia es tomada del escrito del indio Nican Mophua del siglo XVI

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a clase de catecismo y a la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó que le llamaban de arriba del cerro diciendo: «Juanito, Juan Dieguito».

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: «Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y manifiéstale que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo. Ten seguro que te agradeceré bien y te lo pagaré. Vas a merecer que yo te recompense el trabajo y fatiga con que procures hacer lo que te encomiendo».

Él se arrodilló y le dijo: «Señora mía, voy corriendo a cumplir lo que me has mandado. Yo soy tu humilde siervo». Y se fue de prisa a la ciudad y camino al Palacio del Obispo, que era Fray Juan de Zumárraga, religioso franciscano.

Cuando el obispo oyó lo que le decía el indiecito Juan Diego, no le creyó. Solamente le dijo: «Otro día vendrás y te oiré despacio».

Juan Diego se volvió muy triste porque no había logrado que se realizara su mensaje. Se fue derecho a la cumbre del cerro y encontró allí a la Señora del Cielo que le estaba aguardando. Al verla se arrodilló delante de Ella y le dijo: «Señora, la más pequeña de mis hijas, niña mía, expuse tu mensaje al obispo, pero no me creyó. Comprendí, por la respuesta que me dio, que pensó, quizás que es una invención mía que tú quieres que te hagan aquí un templo. Por lo cual te ruego que le encargues a alguno de los principales que le lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy un pobre hombrecillo, el último de todos. Perdóname que te cause esta gran pesadumbre, Señora y Dueña Mía».

Ella le respondió: «Oye, hijo mío, el más pequeñito, es preciso que tú mismo solicites y ayudes a que se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío, y aún te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Dile que yo, en persona, la siempre Virgen María, Madre de Dios, te envía, para hacerle saber mi voluntad: que deben hacer aquí el templo que les pido».

Pero al día siguiente el obispo tampoco le creyó a Juan Diego y le dijo que era necesaria alguna señal maravillosa para creer que era cierto que lo enviaba la misma Señora del Cielo. Y lo despidió.

El lunes, Juan Diego no volvió al sitio donde se le aparecía nuestra Señora porque su tío Bernardino se puso muy grave y le rogó que fuera a la capital y le llevara un sacerdote para confesarse. Él dio la vuelta por otro lado del Tepeyac para que no lo detuviera la Señora del Cielo, y así poder llegar más pronto a la capital. Mas Ella le salió al encuentro en el camino por donde iba y le dijo: «Ten entendido hijo mío, el más pequeño, que no es tan importante lo que te asusta y aflige. No se entristezca tu corazón ni te llenes de angustia. ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿Acaso no soy tu ayuda y protección? No te aflijas por la enfermedad de tu tío, que en este momento ha quedado sano. Sube ahora a la cumbre del cerro y hallarás distintas flores. Córtalas y tráelas».

Juan Diego subió a la cumbre del cerro y se asombró muchísimo al ver tantas y exquisitas rosas de Castilla, siendo aquel un tiempo de mucho hielo en el que no aparece rosa alguna por allí, y menos en esos pedregales. Llenó su poncho o larga ruana blanca con todas aquellas bellísimas rosas y se presentó a la Señora del Cielo.

Ella le dijo: «Hijo mío, esta es la prueba que llevarás de parte mía al obispo. Te considero mi embajador, muy digno de confianza. Ahora te ordeno que sólo delante del obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás todo lo que viste y admiraste para que logres que el prelado construya el templo que he pedido».

Juan Diego se puso en camino, ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del obispo le dijo: «Señor, hice lo que me mandaste hacer: Pedí a la Señora del Cielo una señal. Ella aceptó. Me despachó a la cumbre del cerro, y me mandó cortar allá unas rosas y me dijo que te las trajera. Así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides, y cumplas su voluntad. Helas aquí».

Desenvolvió luego su blanca manta, y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la Virgen María, Madre de Dios, tal cual se venera hoy en el templo de Guadalupe en Tepeyac. Luego que la vieron, el Obispo y todos los que allí estaban, se arrodillaron llenos de admiración. El prelado desató del cuello de Juan Diego la manta en que se dibujó y apareció la Señora del Cielo y la llevó con gran devoción al altar de su capilla. Con lágrimas de tristeza oró y pidió perdón por no haber aceptado antes el mandato de la Virgen.

La ciudad entera se conmovió, y venían a ver y admirar la devota imagen y a hacerle oración; y le pusieron por nombre la Virgen de Guadalupe, según el deseo de Nuestra Señora. Juan Diego pidió permiso para ir a ver a su tío Bernardino, que estaba muy grave. El obispo le envió un grupo de personas para acompañarlo. Al llegar vieron a su tío estaba muy contento y que nada le dolía. Y vinieron a saber que había quedado instantáneamente curado en el momento en que la Santísima Virgen dijo a Juan Diego: «No te aflijas por la enfermedad de tu tío, que en este momento ha quedado sano».

El obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo. La ciudad entera desfilaba para admirar y venerar la Sagrada Imagen, maravillados todos de que hubiera aparecido por milagro divino; porque ninguna persona de este mundo pintó su preciosa imagen.

Descripción de la Imagen

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido más fino de algodón. La trama del ayate es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a través de ella, y la fibra del maguey es un material tan inadecuado que ningún pintor lo hubiera escogido para pintar sobre él.

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. Es imposible de describir aquí la rica y complicada simbología que contiene este cuadro-códice porque cada detalle de color y de forma es portador de un mensaje teológico.

El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no habían mestizos de esa edad en México.

María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores. El cuadro que se conserva en la moderna Basílica del Tepeyac mide aproximadamente 66 pulgadas de alto y 41 pulgadas de ancho y la imagen de la Virgen ocupa unas 56 pulgadas del mismo. La Virgen está de pie y su rostro se inclina delicadamente recordando un poco las tradicionales "Inmaculadas". Esta oportuna inclinación evita que el empate que une las dos piezas del tejido caiga dentro de la faz de la Virgen. El manto azul salpicado de estrellas es la "Tilma de Turquesa" con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador. Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ésta es su aurora. Esta joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre. Su pie está apoyado sobre una luna negra, (símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.

La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre.

Con la prodigiosa impresión en el ayate comenzaba un nuevo mundo, la aurora del sexto sol que esperaban los mexicanos. El cuadro de la Virgen de Guadalupe estuvo 116 años expuesto a las inclemencias del ambiente, sin protección alguna contra el polvo, la humedad, el calor, el humo de las velas y el continuo roce de miles y miles de objetos que fueron tocados a la venerada imagen, además del constante contacto de manos y besos de innumerables peregrinos. Se ha comprobado que el tejido de maguey es de muy fácil descomposición; cualquier tejido de esta fibra vegetal no puede conservarse más allá de veinte años y sin embargo el ayate de Juan Diego ha resistido mucho más de cuatro siglos en perfecto estado de conservación.

Los Papas y la Virgen de Guadalupe

Pío X proclamó a Nuestra Señora de Guadalupe "Patrona de toda la América Latina"; Pío XI, de "Patrona de todas las Américas"; Pío XII la llamó "Emperatriz de las Américas"; y Juan XXIII, "La misionera celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas". En la gran basílica Juan Pablo II beatificó al indio Juan Diego el 6 de mayo de 1990.

En sus cuatro visitas a México, Juan Pablo II ha visitado el Tepeyac y honrado con profundo amor filial a la Virgen de Guadalupe a quien ha encomendado el continente Americano y su nueva evangelización.

El Fenómeno de la Tela

Lo primero que llama la atención de los expertos en textiles es que esta manta se haya podido conservar durante siglos, expuesta al polvo, al calor y a la humedad, sin que se haya deshilachado ni desteñido su bella policromía. Siempre estuvo así expuesta a todo, y sólo desde hace unos años la cubrieron con un vidrio.

La tela está hecha en una fibra de ayate mexicano que, por su naturaleza, se descompone por putrefacción dentro de veinte años. Así ha sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado con este mismo tejido. Sin embargo este lienzo lleva cuatrocientos cincuenta años, desde el tiempo de Hernán Cortés, sin desgarrarse ni descomponerse. Por causas ininteligibles a los expertos, es refractaria a la humedad y al polvo.

El Fenómeno de la Imagen

La pintura que cubre la tela es otro misterio. El sabio alemán Kuhn, premio Nobel en Química, ha estudiado esta pintura, y su respuesta dejó atónitos a los oyentes: «Estos colorantes no son ni minerales, ni vegetales, ni animales». No han podido explicar el origen de los pigmentos que dan color a la imagen, ni la forma en que ésta fue pintada.

Se podría pensar que la tela ha resistido tanto porque la habrían encolado y preparado de manera especial como a otras pinturas famosas, para que tuviera gran resistencia. Pero el Señor Callaga, del instituto espacial NASA, de Estados Unidos, la ha estudiado con aparatos de rayos infrarrojos y ha descubierto que la tela no tiene ningún engomado ni preservativos, y que no se puede explicar cómo esa imagen ha resistido cuatro siglos en un lienzo tan ordinario. Con estos rayos infrarrojos se ha descubierto que la imagen no tiene esbozos previos -como se ve en los cuadros de Rubens y Tiziano-, sino que fue plasmada directamente, tal cual se la ve, sin tanteos ni rectificaciones.

La imagen no tiene pinceladas. La técnica empleada es desconocida en la historia de la pintura. Es incomprensible e irrepetible.

El Fenómeno de las Pupilas

Un famoso oculista, Lauvvoignet, examinó con un poderoso lente la pupila de la Virgen, y observó, maravillado, que en el iris se ve reflejada la imagen de un hombre. Esto fue el principio de una investigación que condujo a los más inesperados descubrimientos.

Por medio de la digitalización se observa en la pupila de una fotografía todo lo que la persona estaba mirando en el momento de tomarse la foto. El Dr. Tosnman, especializado en digitalización, le ha tomado fotografías a la pupila de la Virgen de Guadalupe. Después de ampliarlas miles de veces, logró captar detalles imposibles de ser captados a simple vista. ¡Ha descubierto lo que la Virgen miraba en el momento de formarse la imagen en la tilma de Juan Diego!

Los detalles que aparecen en las fotografías de la pupila de la Virgen de Guadalupe son: un indio en el acto de desplegar su ruana ante un religioso; un franciscano en cuyo rostro se ve deslizarse una lágrima; un hombre con la mano sobre la barba en señal de admiración; otro indio en actitud de rezar; unos niños y varios religiosos franciscanos más. O sea, todas las personas que según la historia de la Virgen de Guadalupe, escrita hace varios siglos, estaban presentes en el momento en que apareció la sagrada imagen.

Lo que es radicalmente imposible es que en un espacio tan pequeño, como la córnea de un ojo situado en una imagen de tamaño natural, aún el más experto miniaturista lograra pintar todas esas imágenes que ha sido necesario ampliar dos mil veces para poderlas advertir.

La ciencia moderna se queda sin explicaciones ante las maravillas de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Es una realidad irrepetible. Sobrepasa todas las posibilidades naturales, por lo que se puede decir que estamos ante un hecho sobrenatural.

Una tilma que no se corrompe. Unos colores que no fueron pintados. Una pupila que contiene toda la escena y todas las personas del momento del milagro. Estamos ante una imagen que ni el tiempo ni los atentados de hombres han podido vencer.

Inmaculada Concepción de El Viejo. NICARAGUA.

Patrona de Nicaragua, su festividad se celebra el 8 de diciembre.

Muy cerca de la costa del Pacífico, se encuentra enclavado el pequeño poblado de "El Viejo", agrupado en torno a una misión franciscana de los primeros tiempos coloniales. En este pueblo del extremo occidental de Nicaragua se encuentra el Santuario de Nuestra Señora bajo el título de la Inmaculada Concepción de El Viejo.

Aunque no hay total evidencia histórica de ello, la imagen que allí se venera desde el siglo XVI, se dice fue traída a América por un familiar de Santa Teresa de Avila, de apellido "Cepeda". Algunos incluso han llegado a afirmar que éste era el propio hermano de la santa, Rodrigo de Cepeda y Ahumada, pero esto no ha sido probado.

Cuenta la tradición que Santa Teresa de Jesús regaló esta imagen a su pariente, quien la llevaba siempre consigo a todas partes. Con ella llegó a Centroamérica, desembarcando por el puerto del Realejo, entonces el puerto más importante de Nicaragua. Al poco tiempo se trasladó a la misión franciscana en busca de un clima más sano. Una habitación de su casa se convirtió en oratorio donde los vecinos del lugar acudían atraídos por la hermosa expresión del rostro de la Virgen Inmaculada. Cuando Cepeda recibió órdenes de trasladarse al Perú, trató de llevar consigo la imagen de la Inmaculada, pero la partida se aplazaba una y otra vez debido a la inclemencia del tiempo, él vio en esto un signo de que era voluntad de Dios el que renunciara a su tan querida imagen, para dejarla entre aquellas gentes que tan rápidamente habían aprendido a quererla como cosa suya. La Virgen se quedó en Nicaragua para siempre.

La imagen de Nuestra Señora de El Viejo, nombre que alude a la edad del pariente de la Santa, es una hermosa talla de la Inmaculada labrada en madera. Mide aproximadamente unas 33 pulgadas y está adornada por hermosas vestiduras que le son cambiadas con mucha frecuencia. La mirada de su dulce y hermoso rostro de color moreno, se dirige modestamente hacia el suelo. Las manos se unen sobre el pecho como si intercediera por su pueblo.

La talla, que se guarda en un tabernáculo de plata que la protege, suele estar velada por una cortina que se descorre cuando los fieles acuden a venerarla. Un detalle singular es que el santuario posee una valiosa colección de objetos de plata de diversa índole, regalados por diversos favores recibidos.

Cada 6 de diciembre estos objetos son sacados a la plaza pública donde el pueblo acude para limpiar y pulir toda la plata; cosa que se repite año tras año sin que se pierda ni una sola de estas valiosas piezas del tesoro de la Virgen. Esta ceremonia popular se conoce como la "Lavada de la Plata". Para los nicaragüenses la devoción por la Inmaculada Concepción es algo muy querido y de honda raíz popular. La tradicional imagen de la Inmaculada está siempre presente en todos los hogares y templos católicos.

La fiesta del 8 de diciembre es todo un acontecimiento nacional. La víspera tiene lugar la famosa "Gritería". En todas las casas, las familias levantan vistosos altares, que habitualmente pueden ser apreciados desde el exterior. Los vecinos se asoman a las puertas gritando: «¿Quién causa nuestra alegría?», a lo que se responde: «¡La Concepción de María! »; los visitantes son agasajados con dulces y comidas típicas. Es ocasión de grandes festejos, con música, cantos y bailes en toda la nación, que espera así la llegada del día de su patrona.

Santa María de la Antigua. PANAMÁ.

Patrona de Panamá, su festividad se celebra el 15 de agosto.

Santa María de la Antigua Patrona de la República de Panamá, el actual Arzobispo Metropolitano de Panamá, Mons. José Dimas Cedeño Delgado, ha investigado y promovido a Santa María de la Antigua como Patrona de la Catedral y de la Diócesis de Panamá.

La imagen de la Santísima Virgen María se encontraba en una capilla lateral de la Catedral de Sevilla - España. Esta Catedral fue construida en el siglo XIV, pero se conservó solamente la pared en donde estaba la imagen, y se le llamó Santa María de la Antigua (es decir de la Antigua Catedral).

En honor a esta advocación Martín Fernández de Enciso y Vasco Núñez de Balboa fundaron en 1510 la ciudad de Santa María de la Antigua de Darién, cumpliendo una promesa pues ganaron la batalla, y dedicaron a María la casa del Cacique Cémaco; ésta fue la primera capilla dedicada a María en Tierra Firme, nombre con que se denominó a las tierras del continente americano más próximas al mar Caribe.

La ciudad de Santa María de la Antigua fue sede de la primera Diócesis en Tierra Firme creada por el Papa León X con bula del 9 de setiembre de 1513.

El 15 de agosto de 1519, Pedrarias Dávila, fundó la ciudad de Panamá, la cual se desarrolló como centro naviero y comercial. En 1524 el segundo Obispo Fray Vicente Peraza traslada la sede de esta Diócesis a la recién fundada ciudad de Panamá. La ciudad fue destruida por el corsario galés Henry John Morgan en 1671, pero los españoles trasladaron la ciudad tres años después a unos 8 km. al oeste del lugar donde se fundó.

Santa María de la Antigua es un lienzo de la Asunción de la Virgen. Esta pintura, se ofrece a la veneración de los fieles en el templo de Chiriví en Tunja, santuario muy visitado y enclavado en la cercanía del río Turine. El cuadro que mide un metro ochenta de alto por ochenta centímetros de ancho, representa a la Virgen con el Niño en los brazos. Ambas figuras llevan sobrepuestas sendas coronas imperiales de plata sobredorada.

En el marco del Congreso Eucarístico Nacional y en pleno Año Jubilar 2000, Santa María de la Antigua fue proclamada Patrona de Panamá y en una solemne ceremonia, tuvo lugar también la consagración del país al Inmaculado Corazón de María. La celebración fue presidida por el Arzobispo de Panamá, Monseñor José Dimas Cedeño, quien estuvo acompañado por el Arzobispo de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo Vallejo y por los Obispos integrantes de la Conferencia Episcopal Panameña.

Santa María de Caacupé. PARAGUAY.

Patrona de Paraguay, su festividad se celebra el 8 de diciembre.

El comienzo de la devoción a la Virgen de Caacupé, se ubica hacia fines del siglo XVI y principios del XVII. Según cuenta la tradición, un indio guaraní, converso de la misión franciscana de Tobatí, era perseguido por un grupo de indios Mbayaes. Este hombre se encontraba acorralado, cuando en la espesura del monte un grueso tronco se le ofrece como refugio y allí se esconde. Devoto de la Santísima Virgen, comenzó a orar, pidiéndole que lo ayudase, que lo librase de ese mal momento y prometió a la Madre Santísima que si lograba escapar, le tallaría una imagen, con un trozo del árbol que lo protegió.

Los indios Mbayaes no lograron encontrarlo y tuvieron que marcharse, libre de ellos, el indio guaraní, volvió al lugar y tomó del árbol la madera que necesitaba para labrar la imagen, como se lo había prometido a la Virgen. Con mucho amor, en vez de una, talló dos, una más grande para la iglesia de Tobatí y una más pequeña, que conservó para su devoción personal.

Unos años después, aproximadamente en 1603, el lago Ypacaray se desbordó y provocó una gran inundación en todo el valle. La tradición cuenta que Fray Luis de Bolaños bendijo las aguas y éstas retrocedieron hasta sus límites actuales, junto con la calma, apareció flotando milagrosamente, la pequeña imagen de la Virgen que el indio había tallado para él. Al verla los pobladores la llamaron la "Virgen de los Milagros", que es la Inmaculada. De la imagen más grande no se tienen datos.

La imagen de Nuestra Señora de Caacupé es una bella talla de madera, tiene aproximadamente 50 centímetros. Su rostro es ovalado, sus ojos azules, sus manos se encuentran en su pecho en posición de oración, su cabello es dorado y cae sobre sus hombros, está vestida con una túnica blanca y un manto azul, por lo que se la denomina también "Virgen Azul del Paraguay", ambas vestiduras están cuidadosamente bordadas con hilos de oro, la imagen está de pie sobre una esfera que se apoya en una gran media luna. María aparece pisando una serpiente.

En 1945 comenzó la construcción del templo actual, el cual guarda la imagen de la Virgen de los Milagros de Caacupé desde 1980. El 8 de diciembre es feriado nacional y miles de fieles acuden en peregrinación a la ciudad de Caacupé que se encuentra a 50 kilómetros al este de Asunción, capital de la República.

Nuestra Señora de la Evangelización. PERÚ.

Patrona del Perú, su festividad se celebra el 14 de mayo.

La Virgen de la Asunción, Nuestra Señora de la Evangelización, imagen titular de la segunda Catedral de Lima fue encargada por la hija de Francisco Pizarro, Francisca, hacia 1551 a Roque Balduque, para que presidiera el Retablo Mayor, donde debía ser enterrado el Conquistador.

Ante Ella, en medio de una gran fiesta, fue depositada la primera rosa florecida en la ciudad de Lima por el primer obispo de la diócesis, Fray Jerónimo de Loayza.

Nuestra Señora de la Evangelización presidió la vida de la Iglesia arquidiocesana de Lima y los Concilios Limenses de modo particular el tercero, que tanta importancia tuvo para profundizar y difundir el Evangelio desde Nicaragua hasta Cabo de Hornos en la primera evangelización de parte importante de América. Ante Ella fue entonado el Te Deum con motivo de la Independencia Nacional el 28 de julio de 1821.

En el año de 1985, durante su primera visita al Perú, su Santidad el Papa Juan Pablo II la coronó solemnemente, consagrándole la Nación; y en el año de 1988 con ocasión del Congreso Eucarístico y Mariano de los países Bolivarianos, el Santo Padre la honró de forma extraordinaria al concederle la Rosa de Oro.

El cabildo metropolitano honra diariamente a Nuestra Señora de la Evangelización con una Misa celebrada en su capilla, donde los fieles reciben la Eucaristía, rezándose a continuación el santo rosario y las letanías marianas del III Concilio Limense, atribuidas a Santo Toribio de Mogrovejo, patrono del Episcopado Latinoamericano.

La imagen de Nuestra Señora de la Evangelización es una talla de madera policromada de 1.70 metros de altura, fue hecha por Roque Balduque maestro flamenco que dirigía un taller en Sevilla hacia el segundo tercio del siglo XVI, a quien se le denominaba "El imaginero de la Madre de Dios". Existe una segunda imagen de Balduque, la Virgen del Rosario, que labró el maestro a pedido de los dominicos hacia 1558. Ambas imágenes muestran maneras características de Balduque, donde conviven elementos del naturalismo italiano con ciertos rasgos arcaizantes de procedencia nórdica. Según consta, dichas imágenes fueron especialmente veneradas por Santa Rosa de Lima. Las más antiguas congregaciones religiosas traían sus imágenes de Sevilla, muchas de las cuales se confunden como regalos de Carlos V.

Madre de la Divina Misericordia. PUERTO RICO.

Patrona Principal de Puerto Rico, su festividad se celebra el 19 de noviembre.

Puerto Rico, llamado por los primitivos indígenas "Borinquén", fue descubierta por Cristóbal Colón el 19 de noviembre de 1493 y recibió del Almirante genovés el nombre de San Juan Bautista.

La advocación y el culto a Nuestra Señora de la Divina Providencia no es originaria ni exclusiva de Puerto Rico, sino más bien en todas las Antillas, pero los hijos de Borinquén se la han apropiado, haciéndola algo característico suyo. Esta devoción surgió en Italia en el siglo XIII, fue muy difundida y popular que posteriormente pasó a España donde se le levantó un santuario en Tarragona, Cataluña.

Al ser nombrado como 37mo. Obispo de Puerto Rico el catalán, Mons. Gil Estevez y Tomás a mediados del siglo XIX, trajo consigo esta devoción que conociera en sus años de seminarista.

Realmente este prelado tuvo que poner en manos de la Divina Providencia su flamante servicio pastoral, pues encontró a la catedral prácticamente en ruinas y la economía de la diócesis en peores condiciones.

Las obras de construcción de la Catedral de San Juan de Puerto Rico se había comenzado tres siglos antes sin haberse terminado. En menos de cinco años como pastor de la diócesis de Puerto Rico el obispo Gil Estevez y Tomás concluyó la construcción del templo catedralicio. Para coronar magníficamente la obra, estableció en su recinto el culto de Nuestra Señora de la Providencia, el 2 de enero de 1853.

La imagen original venerada por los Siervos de María y otras órdenes religiosas italianas, es un hermoso óleo en el que aparece la Virgen con el Divino Niño dormido plácidamente en sus brazos. Se cuenta que el título "De la Divina Providencia" se debe a San Felipe Benicio, quinto superior de los Siervos de María, quien al invocar la protección de la Virgen un día en que sus frailes no tenían nada que comer, encontró a la puerta del convento dos cestas repletas de alimentos sin que se pudiese conocer su procedencia. La imagen fue mandada a hacer por Mons. Gil Estevez y Tomás fue tallada en Barcelona según el gusto de la época. Es una hermosa imagen sentada y estuvo expuesta al culto en la catedral durante 67 años, hasta que en 1920 fue sustituida por otra magnífica talla, toda de madera, que es la imagen de Nuestra Señora de la Divina Providencia más familiar y conocida por el pueblo puertorriqueño.

María se inclina sobre el Niño, que en total actitud de confianza duerme plácidamente en su regazo. Las manos de la Virgen se unen en oración mientras sostiene suavemente la mano izquierda del Divino Infante. El conjunto sugiere ternura, abandono, devoción y paz.

En 1881 se bendice el altar de la Virgen y se entonan por primera vez los conocidos Gozos de Nuestra Señora de la Providencia. En 1893 se bendice el actual altar, obra ejecutada en Barcelona. Para esta fecha -consigna el Padre Roméu- el culto ha llegado a ser «el más espléndido y brillante que se rinda al cielo en Puerto Rico, siendo digno de pueblos que han llegado al más alto grado de piedad, de gusto y de cultura». El sentimiento popular queda pronto consignado en letras de oro sobre el altar de la Catedral, en las palabras con que el pueblo de Israel saludó a Judith, y la Iglesia refiere a María: «Tú eres el honor de nuestro pueblo ».

En 1892 la Diputación Provincial, declara fiesta oficial de Puerto Rico el día 2 de enero. Y en 1913 el propio Obispado imparte su sanción oficial cuando, con motivo de las conmemoraciones del cuarto centenario de la fundación de la Diócesis, hace acuñar medallas con la inscripción: "Nuestra Señora de la Providencia, Patrona de Puerto Rico".

El Papa Pablo Vl declaró a Nuestra Señora de la Providencia Patrona Principal de toda la Nación Puertorriqueña, mediante un Decreto de Proclamación firmado el 19 de noviembre de 1969. En ese documento se decretó también que la solemnidad de la Virgen debía trasladarse del 2 de enero, aniversario de su llegada a la isla, al 19 de noviembre, día en que fue descubierta la Isla de Borinquén. Se quiso unir así los dos grandes afectos de los puertorriqueños; el amor por su preciosa isla y el amor por la Madre de Dios.

La talla más antigua, que data del 1853, fue la elegida para ser coronada solemnemente el 5 de noviembre de 1976, al terminar la XVI reunión del Consejo Episcopal Latino Americano celebrado en Puerto Rico. La víspera del acontecimiento esta imagen fue vilmente quemada en la Parroquia de Santa Teresita de Santurce. Y así, en tal estado, fue coronada, por el Cardenal Sebastian Baggio, como delegado de Su Santidad Pablo VI, en medio de la emoción y las lágrimas de millares de sus hijos y la presencia de cardenales, arzobispos y obispos venidos de toda Latinoamérica.

La imagen quemada fue enviada a España para ser restaurada y actualmente espera la construcción del proyectado gran santuario nacional para ser allí colocada. El actual arzobispo de San Juan, Cardenal Luis Aponte Martínez, ha sido un gran reavivador y promotor de la devoción a Nuestra Señora de la Providencia.

Nuestra Señora de la Altagracia. REPÚBLICA DOMINICANA.

Protectora y Reina del Corazón de la República Dominicana, su festividad se celebra el 21 de enero.

La República Dominicana, donde comenzó la evangelización del Nuevo Mundo, vive bajo el amparo de dos advocaciones marianas: Nuestra Señora de la Merced, que es la patrona principal, proclamada en 1616, durante el dominio colonial español, y la Virgen de la Altagracia, Protectora y Reina del corazón de los dominicanos.

La isla de Santo Domingo, antigua Española, había sido llamada por sus habitantes taínos, Haití o tierra alta, Quisqueya, o Madre de la Tierra, Babeque o Bohío, Tierra de oro.

Cuando llegó a sus costas Cristóbal Colón, hace ya más de cinco siglos, el 5 de diciembre de 1492, comienza en ella a brillar el nombre de la Virgen María, aunque ya el 15 de octubre había llamado a otra isla "Santa María de la Concepción".

Existen documentos históricos que prueban que en el año de 1502, en la Isla de Santo Domingo, ya se daba culto a la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, cuyo cuadro pintado al óleo fue traído de España por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, que eran del grupo de los primeros pobladores europeos de la isla. Al mudarse estos hermanos a la ciudad de Higüey llevaron consigo esta imagen y más tarde la ofrecieron a la parroquia para que todos pudieran venerarla. En el 1572 se terminó el primer santuario altagraciano y en el 1971 se consagró la actual basílica.

Según la tradición, Nuestra Señora de Altagracia, fue vista en sueños por una joven en Higüey, Santo Domingo (así lo narra monseñor Juan Pepen en su libro "Dónde floreció el naranjo").

La piedad del pueblo cuenta que la devota hija de un rico mercader pidió a éste que le trajese de Santo Domingo un cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia. El padre trató inútilmente de conseguirlo por todas partes; ni clérigos ni negociantes, nadie había oído hablar de esa advocación mariana.

Ya de vuelta a Higüey, el comerciante decidió pasar la noche en una casa amiga. En la sobremesa, apenado por la frustración que seguramente sentiría su hija cuando le viera llegar con las manos vacías, compartió su tristeza con los presentes relatándoles su infructuosa búsqueda. Mientras hablaba, un hombre de edad avanzada y largas barbas, que también iba de paso, sacó de su alforja un pequeño lienzo enrollado y se lo entregó al mercader diciéndole: «Esto es lo que usted busca». Era la Virgen de la Altagracia. Al amanecer el anciano había desaparecido envuelto en el misterio.

Cuenta la tradición que, el 21 de enero la hija del mercader acompañada de varias personas, recibió a su padre en el mismo lugar donde hoy se encuentra el Santuario de Higüey, y que, lleno de alborozo en sus salutaciones, entregó aquél a su hija el tan esperado regalo. Desde ese momento, quedó establecido el venerado culto de la Virgen de Altagracia, confundida en sus principios con el nombre de la "Virgen de la Niña". El cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia tiene 33 centímetros de ancho por 45 de alto y según la opinión de los expertos es una obra primitiva de la escuela española pintada a finales del siglo XV o muy al principio del XVI. El lienzo, que muestra una escena de la Natividad, fue exitosamente restaurado en España en 1978, pudiéndose apreciar ahora toda su belleza y su colorido original, pues el tiempo, con sus inclemencias, el humo de las velas y el roce de las manos de los devotos, habían alterado notablemente la superficie del cuadro hasta hacerlo casi irreconocible.

Sobre una delgada tela aparece pintada la escena del nacimiento de Jesús; la Virgen, hermosa y serena ocupa el centro del cuadro y su mirada llena de dulzura se dirige al niño casi desnudo que descansa sobre las pajas del pesebre. La cubre un manto azul salpicado de estrellas y un blanco escapulario cierra por delante sus vestidos. María de la Altagracia lleva los colores de la bandera dominicana anticipando así la identidad nacional. Su cabeza, enmarcada por un resplandor y por doce estrellas, sostiene una corona dorada colocada delicadamente, añadida a la pintura original. Un poco retirado haca atrás, San José observa humildemente, mirando por encima del hombro derecho de su esposa; y al otro lado la estrella de Belén brilla tímida y discretamente.

El marco que sostiene el cuadro es posiblemente la expresión más refinada de la orfebrería dominicana. Un desconocido artista del siglo XVIII construyó esta maravilla de oro, piedras preciosas y esmaltes, probablemente empleando para ello algunas de las joyas que los devotos han ofrecido a la Virgen como testimonio de gratitud. La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces; el 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Pío XI y el 25 de enero de 1979 por el Papa Juan Pablo II, durante su visita a la Isla de Santo Domingo, coronó personalmente a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la Virgen, primera evangelizadora de las Américas.

Nuestra Señora Divina Pastor- TRINIDAD Y TOBAGO.

Patrona de Trinidad y Tobago, su festividad se celebra el segundo domingo después de la Pascua.

La milagrosa Virgen de Sipária, una pequeña aldea en la isla de Trinidad, tiene el título de Nuestra Señora Divina Pastora.

Cuenta la tradición que esta imagen fue traída a Trinidad por los españoles en el viaje de Cristóbal Colón, el 31 de Julio de 1498. Los indios la encontraron en la maleza, y ahí construyeron una pequeña capilla. Más tarde hubo varias tentativas de llevarla para Oropenche, pero la Virgen manifestaba su deseo de continuar ahí. Entonces, en el mismo lugar donde fue encontrada se construyó su santuario.

La fiesta de la Virgen de Sipária es celebrada el segundo Domingo después de la Pascua, cuando se lee el evangelio del Buen Pastor.

A su santuario acuden peregrinos de todas las Antillas, del Brasil y de Venezuela, los cuales presencian muchos prodigios, por eso su devoción crece y la Virgen es conocida como la Lourdes de las islas de Trinidad y Tobago.

Nuestra Señora de los Treinta y tres. URUGUAY.

Patrona de Uruguay, su festividad se celebra el segundo domingo de noviembre.

La pequeña imagen de la Virgen de los Treinta y Tres es una talla en madera procedente de los talleres de las misiones que los jesuitas tenían en el Paraguay a mediados del siglo XVIII. Cuando a principios del siguiente siglo, el vecindario del Pintado logró la construcción de una parroquia, los principales pobladores se consagraron a su Patrona la Inmaculada, bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján.

Su primer párroco, el presbítero Santiago Figueredo, en vista de la pobreza y aridez de aquellos terrenos resolvió trasladar la parroquia a otro lugar más cómodo y propicio para el culto de la Virgen. Acudió al Cabildo de Montevideo y una vez obtenido el permiso, los vecinos del Pintado se trasladaron a la que hoy es la ciudad de Florida. En este lugar se construyó otra capilla y se colocó a la Virgen de Luján.

En 1805, la nueva ciudad fue erigida en sede parroquial. Veinte años después, Florida fue teatro de un acontecimiento fundamental de la historia del Uruguay. Entonces su territorio, invadido por los ejércitos de Portugal, había sido anexado al Brasil con el nombre de "Providencia Cisplatina". El pueblo, no resignado a esta denominación, esperaba el momento oportuno para sacudir el yugo.

El 19 de abril de 1825, treinta y tres orientales, patriotas del Uruguay, al mando de Juan Antonio Lavalleja, desembarcaron en las playas de la Agraciada para dar comienzo a la liberación de su patria. Al llegar a Florida se dirigieron al pequeño templo y a los pies de la Virgen, el 25 de mayo de 1825, colocaron el futuro de la nueva nación.

El mismo año los jefes orientales inclinaron la bandera tricolor ante la imagen de la Virgen, llamada desde entonces la Virgen de los Treinta y Tres. El 25 de agosto los convencionales del Congreso de la Florida después de suscribir el acta de la independencia en un rancho situado al lado de la Iglesia de la Virgen, se dirigieron a Ella y arrodillados al pie de la sagrada imagen, le pidieron que fortaleciera sus corazones y les diera valor para llevar a feliz término sus anhelos de emancipación. El triunfo coronó sus esfuerzos y la devoción a la Virgen de los Treinta y Tres quedó ligada a la libertad de Uruguay.

La "Libertadora del Uruguay" porta desde 1857 una corona de oro y piedras preciosas, regalo del general Manuel Oribe, segundo jefe de los Treinta y Tres, que luego fuera presidente de la República. Lo desproporcionado del tamaño de esta corona - una extraordinaria obra de orfebrería - ha venido a ser la nota distintiva de esta advocación mariana.

El 25 de agosto de 1975, al cumplirse los 150 años de su independencia, la nación uruguaya declaró oficialmente "Monumento Histórico" a esta imagen de la Virgen y al templo donde se le venera.

La Virgen de los Treinta y Tres mide 36 cm de alto. Es una talla barroca de la Asunción de la Virgen, cuyas vestiduras parece que se mueven al viento por la abundancia de sus pliegues.

La imagen fue coronada canónicamente en 1961, por concesión de Su Santidad el Papa Juan XXIII; quien al año siguiente la proclamó oficialmente "Patrona del Uruguay".

La solemnidad de la Virgen de los Treinta y Tres se celebra el segundo domingo de noviembre con una peregrinación a su Santuario desde todos los lugares de la nación.

Nuestra Señora de Coromoto. VENEZUELA.

Patrona de Venezuela, su festividad se celebra tres veces al año, el 2 de febrero y el 8 y 11 de septiembre.

Desde mediados del siglo XVII, los religiosos capuchinos empezaron la evangelización de la comarca de Guanare. Entre los indios que habitaban dicha región estaban los Cospes. Se hizo el reparto de tierras e indios en encomiendas, unas cuantas familias de los Cospes se disgregaron de su Tribu y huyeron internándose en las selvas de las dilatadas montañas y valles que se extienden entre Boconó de Trujillo y Guanare, hacia las riberas del río Tucupido. En esos lugares apartados se mantuvieron los Cospes muchos años.

Un español noble y honrado, buen cristiano, llamado Juan Sánchez, había obtenido unos terrenos en la margen derecha del Guanare a unas 5 leguas de la Villa de Espíritu Santo que es la ciudad de Guanare.

Varios años llevaban los Indios Cospes sin que los civilizadores extranjeros hubieran podido conseguir que ellos descendieran a tomar parte en el aprendizaje del cultivo de los campos y de la Doctrina Cristiana. Estaban, según refieren en la historia, en aquellos lugares de la montaña en donde ellos se habían ocultado hacia las fuentes del río Tucupido y su margen derecha.

Estando así las cosas, una mañana del año 1651, el cacique de los Cospes, junto con su esposa y otros indios de la tribu, contemplan asombrados una extraordinaria visión. En la quebrada del río Tucupido, sobre la corriente de las aguas, una hermosa Señora los está mirando con una amable expresión en su rostro; el pequeño niño que lleva en sus brazos también les sonríe plácidamente. La misteriosa Señora llama al cacique, le habla en su lengua y le ordena: «Sal del bosque junto con los tuyos y anda donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y puedan entrar en el cielo ». El cacique, impresionado por lo que ha visto y oído, decide obedecer a la bella Señora y marcha con su tribu para ser adoctrinado en la religión cristiana.

Comunicada la noticia al español Juan Sánchez, se pusieron de acuerdo y amistosamente se fueron a vivir en un rincón de tierra formado por el ángulo de la confluencia de los ríos Tucupido y Guanare, el nombre de la región es Coromoto.

En esta nueva ranchería vivieron un tiempo preparándose al Bautismo. La familia de Juan Sánchez les dio la catequesis. El cacique de los Cospes que en un principio asistía gustoso a las instrucciones catequísticas se disgustó luego añorando sin duda la soledad de los bosques y se retiró sin recibir el bautismo. Triste y meditabundo estaba el Indio recostado a su barbacoa días antes de su fuga. Con él se hallaban su esposa, su hermana Isabel y un hijo de éste el cual era llamado Juan.

Todo era silencio en la noche del 8 de setiembre de 1652 pues las indias al ver de tan mal humor al cacique que no se atrevían a decir palabra. Habrían transcurrido algunos instantes desde la llegada del cacique cuando de modo visible y corpóreo se presentó la Virgen Santísima en el umbral del bohío, despidiendo rayos abundantes como los rayos del sol a medio día, según palabras de la india Isabel, que iluminaron el recinto con celestial claridad.

Al verla el cacique se enfureció y le dijo: «¿Hasta cuándo me quieres perseguir? Bien te puedes volver, que ya no he de hacer más lo que tú me mandes. Por ti dejé mis conucos y conveniencias y he venido a pasar trabajos». La mujer del cacique le reclamó: «No hables así con la Bella Mujer... No tengas tan mal corazón». Pero él se le abalanzó encima diciendo: «Con matarte me dejarás...». Pero Ella desapareció... y le dejó en la mano un objeto que él creía ser la misma Señora, pues dijo: «Aquí la tengo cogida». Cuando vieron el objeto a la luz de las ascuas que arden en el fogón, se dieron cuenta de que era una imagen de la misma bella Señora con un niño en los brazos. No se calmó con esto la furia del cacique sino que con rabia dijo, poniéndola en el techo de paja: «Ahí te he de quemar para que me dejes ».

El rescate de la reliquia fue dramático. El indiecito salió de madrugada a avisar a Juan Sánchez del acontecimiento. Este no creía, como es natural, pero ante la insistencia del niño, el español empezó a creer. Vinieron a la choza del cacique, rescataron la imagen y la llevaron con devoción a la casa.

El cacique huyó con su gente y al verse mortalmente herido por la mordedura de una serpiente en la espesura de la selva, pidió a gritos el Bautismo que le fue suministrado por un buen Cristiano de la Ciudad de Barinas.

El primero de febrero de 1654 fue trasladada la santa imagen con mucha solemnidad al templo de Guanare por orden del vicario Diego de Lozano.

La Virgen de Coromoto es una diminuta reliquia que mide 27 milímetros de alto por 22 milímetros de ancho. El material de la estampa pudiera ser pergamino o "papel de seda"; la Virgen aparece pintada de medio cuerpo, está sentada y sostiene al Niño Jesús en su regazo. Al parecer fue dibujada con una fina pluma, trazada como un retrato en tinta china a base de rayas y puntos. La Virgen y el Niño miran de frente; erguidas sus cabezas coronadas. Dos columnas unidas entre sí por un arco forman el respaldo del trono que los sostiene. La Virgen cubre sus hombros con un manto carmesí con oscuros reflejos morados. Un blanco velo cae simétricamente sobre sus cabellos cubriéndolos devotamente. La túnica de la Virgen es de color pajizo y la del niño es blanca como su velo. La imagen se muestra a la veneración de los fieles protegida dentro en una riquísima custodia.

El 1 de mayo de 1942 fue declarada Patrona de Venezuela por el Episcopado Nacional. El 7 de octubre de 1944, a petición de los obispos de la nación, Pío XII la declaró, "Celeste y Principal Patrona de la República de Venezuela". El Santuario Nacional a la Virgen de Coromoto fue declarado Basílica por S.S. Pío XII el 24 de mayo de 1949 y su coronación canónica se celebró al cumplirse los tres siglos de la aparición, el 11 de septiembre de 1952. El Emmo. Sr. Cardenal Arzobispo de la Habana, Manuel Arteaga y Betancourt, coronó la sagrada imagen de Nuestra Señora de Coromoto en representación del Papa Pío XII. Los venezolanos celebran a su patrona en tres ocasiones cada año, el 2 de febrero y el 8 y 11 de septiembre.

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