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Mensaje de los Obispos Cat贸licos a los fieles cat贸licos y a todo el pueblo cubano luego de la visita del Papa Juan Pablo II
Queridos hermanos:
La visita del Papa Juan Pablo II a Cuba ha constituido un paso evidente de Jesucristo por nuestra historia, por ello deseamos expresar los hondos sentimientos y las reflexiones que ha suscitado en todos nosotros, al mismo tiempo que la proyecci贸n de futuro que ella contiene. Ante todo queremos dar gloria, alabanza y acci贸n de gracias a Dios por este regalo maravilloso que le ha dado a la vida de nuestro pueblo y a la historia de nuestra Patria. Con el Salmista podemos repetir: "El Se帽or ha estado grande con nosotros y estamos alegres".
Esta visita, largamente esperada, estuvo preparada por el arduo trabajo de todo un a帽o. Desde que se conoci贸 la fecha de la misma, los sacerdotes, di谩conos, religiosos, religiosas y laicos, se entregaron con tes贸n para que produjese abundantes frutos espirituales en la vida de nuestra naci贸n. La misi贸n con la imagen peregrina de la Virgen de la Caridad por los distintos pueblos y ciudades de Cuba fue el punto culminante de los trabajos previos a la visita pastoral de Juan Pablo II.
Esta gran misi贸n, como ya hemos expresado en otras oportunidades, puso en evidencia la fe religiosa presente en la gran mayor铆a del pueblo cubano.
Los cinco d铆as que el Santo Padre estuvo entre nosotros se caracterizaron por la gran alegr铆a que, a lo largo de todo el pa铆s, el pueblo de Cuba manifest贸 espont谩neamente. Juan Pablo II cautiv贸 el coraz贸n de los cubanos, desde los ni帽os hasta los m谩s ancianos. Lo percibimos cercano, amigo, hermano, padre, y tan familiar, como si fuera un cubano m谩s. Cuando se march贸 sentimos que nos separ谩bamos de alguien que supo llenar nuestras vidas durante estos espl茅ndidos e inolvidables d铆as.
El Papa misionero hizo surgir del coraz贸n del cubano los mejores sentimientos que se expresaban de forma natural y entusiasta. Esto se reflej贸 en las cuatro celebraciones lit煤rgicas en las que el pueblo vibr贸 con el Papa, permaneciendo de pie durante largas horas y manifestando su fe, devoci贸n, silencio, sinton铆a entre todos, con respuestas al un铆sono, como el "隆S铆, creo!" en el momento de la Profesi贸n de Fe. Estos sentimientos, m谩s que todo, explican la activa participaci贸n de las multitudes en las grandes celebraciones lit煤rgicas y en los otros actos p煤blicos que contaron con la presencia del Santo Padre.
Deseamos, tambi茅n, expresar nuestro agradecimiento a todos los que cooperaron para que la visita del Papa fuera un 茅xito, desde las m谩s altas autoridades del pa铆s, que dispensaron al Santo Padre un trato exquisito, hasta los m谩s humildes trabajadores.
El j煤bilo nacional y la fiesta de la fe que hemos vivido durante la visita papal a Cuba no pueden quedar en la historia de nuestra Patria como un par茅ntesis al que se mire como un momento hermoso e imborrable, pero con nostalgia, sin que brote de 茅l una permanente reflexi贸n que conduzca a la renovaci贸n de la vida cubana.
Los mensajes del Papa fueron una siembra en el coraz贸n del pueblo, por eso no fueron dirigidos solamente a los cat贸licos, sino a todos los cubanos. Ya desde su primer discurso en el Aeropuerto "Jos茅 Mart铆", el Papa comenz贸 a fijar las claves de su mensaje: "隆 No tengan miedo de abrir sus corazones a Cristo!". Este llamamiento que sit煤a al hombre en el camino de la verdad, hace de Juan Pablo II el mensajero de la esperanza para todos nosotros, a煤n para aquellos que no son creyentes en Jesucristo. Porque los valores evang茅licos no son exclusivos de los cristianos, ni son contradictorios a la naturaleza de la persona humana, sino al contrario, la dignifican. Por eso, la Iglesia no hace proselitismo cuando los proclama, los predica y los defiende. Tampoco el mensaje de Cristo llega a identificarse completamente con ning煤n sistema pol铆tico-econ贸mico, sino que los cuestiona 茅ticamente a todos desde el Evangelio.
Jesucristo y el hombre son los dos ejes que marcar谩n cada uno de los mensajes y discursos del Santo Padre. Tambi茅n en la ceremonia de bienvenida, el Papa expres贸 que nosotros somos y debemos ser los protagonistas de nuestra historia personal y social.
La primera tarea de una persona que quiere ser sujeto activo de su propia vida es la conversi贸n. Conversi贸n significa un cambio en la mente y en el coraz贸n del ser humano. Si no hay una verdadera conversi贸n personal, no podr谩 haber, por consiguiente, la verdadera transformaci贸n de la sociedad que el hombre ans铆a. Dos d铆as despu茅s de su regreso de Cuba el Papa dijo en Roma, al referirse al enorme cuadro que representaba a Jesucristo en la Plaza de la Revoluci贸n: "He dado gracias a Dios porque precisamente en aquella plaza dedicada a la revoluci贸n ha hallado un lugar Aquel que trajo al mundo la aut茅ntica revoluci贸n, la del amor de Dios, que libera al hombre del mal y de la injusticia, y le da la paz y la plenitud de la vida". La conversi贸n del hombre, su cambio de vida seg煤n la verdad y el amor son en palabras del Papa: "Una profunda, continua y santa revoluci贸n que vale para todos los tiempos".
Las familias, los j贸venes, la Patria toda, deben ser capaces de esa transformaci贸n seg煤n los aut茅nticos valores que Jesucristo trajo a este mundo. Con audacia resum铆a el Papa Juan Pablo II en su homil铆a en Santa Clara que "la familia, la escuela y la Iglesia deben formar una comunidad educativa donde los hijos de Cuba puedan crecer en humanidad". Cuando el Papa analiza nuestra cultura descubre una matriz o alma cristiana en la misma. Es bueno aclarar que el Santo Padre cuando habla de que Cuba tiene un alma cristiana, no quiere decir que la cultura cubana sea totalmente cristiana, lo cual es algo diferente.
El alma cristiana de Cuba ha contribuido a aportar un conjunto de valores 茅ticos a la historia patria, tales como el amor a la familia, la honestidad, la sinceridad, el desinter茅s y el altruismo, la abnegaci贸n, la justicia y la libertad que son radicalmente evang茅licos.
Otro elemento que deseamos poner de relieve es el marcado car谩cter social de los discursos de Juan Pablo II en Cuba. 脡l mismo, en su homil铆a de La Habana lo manifest贸 cuando se refiri贸 al "Evangelio Social". En esta homil铆a el Pastor Universal de la Iglesia abord贸 ampliamente los temas sociales, como la justicia al interior de las naciones y en las relaciones internacionales. Analiz贸 el desaf铆o del neoliberalismo capitalista y afirm贸 que, mientras en el mundo haya injusticia es necesario seguir hablando de los temas sociales.
El Santo Padre se refiri贸 al tema de la libertad, tan valorado por el hombre contempor谩neo y tan preciado para nosotros, cubanos, a lo largo de nuestra historia. Juan Pablo II present贸 el concepto correcto de la libertad cristiana, con el objetivo de que esta hermosa palabra no quede reducida a falsas comprensiones que la desvirt煤an, empobreciendo a las personas que la viven de ese modo. La aut茅ntica "liberaci贸n no se reduce a los aspectos sociales y pol铆ticos, sino que encuentra su plenitud en el ejercicio de la libertad de conciencia, base y fundamento de los otros derechos humanos". El Santo Padre afirm贸 con convicci贸n otra de las claves de su pensamiento social: "Conjugar justicia y libertad, sin dejar que ninguna de ellas quede relegada a un segundo plano, es el mayor desaf铆o para muchos sistemas pol铆ticos actuales".
En esta misma l铆nea de su ense帽anza social, al referirse a las medidas econ贸micas restrictivas impuestas a Cuba desde fuera del pa铆s las calific贸 claramente de injustas y 茅ticamente inaceptables.
Queridos hermanos: al concluir esta fruct铆fera visita papal, Juan Pablo II deja a la Iglesia en Cuba un hermoso programa de acci贸n pastoral en sinton铆a con la preparaci贸n al Tercer Milenio del Cristianismo, el cual podemos concretar de este modo:
1.La Iglesia debe promover al hombre cubano concreto para que sea protagonista de su historia, anunci谩ndole a Jesucristo como Aquel que puede salvarlo.
2.Para hacer este anuncio la Iglesia no exige una posici贸n hegem贸nica o excluyente, sino s贸lo los espacios necesarios y suficientes para servir integralmente a nuestros hermanos.
3.En este quehacer de evangelizaci贸n que incluye la promoci贸n del hombre, procuraremos, con esp铆ritu ecum茅nico, la sana cooperaci贸n de la otras confesiones cristianas.
4.La Iglesia desea ampliar e incrementar un di谩logo franco con las instituciones del estado y las organizaciones aut贸nomas de la sociedad civil y profundizar su acci贸n de servicio a la sociedad, especialmente en los m谩s necesitados.
5.Continuaremos el esfuerzo por educar a nuestro pueblo en el aprecio por la vida humana desde el seno materno, excluyendo siempre el recurso al aborto y a las pr谩cticas antinatalistas, promoviendo y defendiendo la instituci贸n familiar, atentos al llamado del Papa: "隆Cuba, cuida a tus familias!" .
6.Debe tambi茅n la Iglesia animar a los fieles laicos a vivir su vocaci贸n con valent铆a y perseverancia para que puedan buscar con las dem谩s personas de buena voluntad, en esp铆ritu de reconciliaci贸n y solidaridad, las soluciones a los diversos problemas de la sociedad siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia.
7.No dejar谩 de invitar a quienes por diversas circunstancias han salido de la Patria, pero se sienten hijos de Cuba, para que colaboren con serenidad y esp铆ritu constructivo y respetuoso al progreso de la naci贸n que posibilite un clima de di谩logo positivo y rec铆proco entendimiento.
El Papa Juan Pablo II en sus 煤ltimas palabras dirigidas a los cubanos, nos ha invitado a una gran confianza en el futuro de la Patria, guiados por la luz de la fe, siendo los protagonistas en la creaci贸n de un ambiente de mayor libertad y pluralismo, para "que Cuba se abra al mundo con todas sus magn铆ficas posibilidades y el mundo se abra a Cuba".
La creaci贸n de la nueva di贸cesis de Guant谩namo-Baracoa, la bendici贸n de la primera piedra del nuevo Seminario, los recientes indultos otorgados por el gobierno de Cuba que benefician a un buen n煤mero de presos, las relaciones diplom谩ticas establecidas o estrechadas con otros pa铆ses despu茅s de la visita del Santo Padre, son ya algunos de los motivos reales que nos estimulan a la confianza en el futuro. Por lo cual el Papa, al aludir a la lluvia durante las 煤ltimas horas de su permanencia en nuestra Patria, dijo que la misma puede significar un nuevo Adviento en la historia de Cuba. El Adviento es el tiempo en que esperamos la Navidad, la venida del Salvador. El verdadero y pleno Adviento es Jesucristo, quien, como la lluvia que cae de lo alto, debe fecundar la tierra cubana con su amor, su verdad y su esperanza.
El futuro de nuestro quehacer apost贸lico debe enriquecerse con la nueva savia que las ense帽anzas del Santo Padre han comunicado a nuestro Plan Pastoral, que fue trazado para preparar el Tercer Milenio de la era cristiana. En este a帽o 1998, dedicado al Esp铆ritu Santo, el impulso misionero se concreta y contin煤a en la difusi贸n del Evangelio de San Lucas y en la entronizaci贸n de la imagen del Sagrado Coraz贸n de Jes煤s en los hogares.
Al coronar la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre como Reina y Patrona de Cuba, el Papa , no s贸lo coronaba a Mar铆a, la Madre de Jes煤s y su permanente acci贸n maternal sobre nuestro pueblo, sino adem谩s, toda la historia de este pueblo dirigida hacia la construcci贸n de una Patria "con todos y para el bien de todos", portadora en s铆 misma de un alma cristiana . "La historia -dijo el Santo Padre en esa ocasi贸n- ense帽a que sin fe desaparece la virtud y la vida pierde su sentido trascendente".
Anim谩ndolos una vez m谩s a permanecer en el clima de fervor y entusiasmo vividos en estos d铆as, los invitamos a poner por obra todo lo que el Santo Padre nos ha ense帽ado.
Los bendicen en el Se帽or;
LOS OBISPOS CAT脫LICOS DE CUBA
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